sábado, 23 de junio de 2012

Hay que encontrar ante todo el aguante.


He aprendido bastante bien lo que es la soledad. La soledad de no estar contigo, de no estar conmigo, de no estar con vosotros, con él, ni con el otro, ni con ninguno. Conozco bien lo que es la amargura, y el miedo a perder la cordura. Conozco bien los dramas, y las películas sin tramas. Conozco los sueños, también los deseos y los malos pasajeros. Conozco todo aquello que me juzga de no conocer nada nuevo. He aprendido lo que es estar sin nadie, sin ti, sin mi, sin ningún alma perdida a mi alcance. A aprendido a convivir en soledad, y a adorar mi reflejo en frente de un cristal. He aprendido a conversar, conmigo misma, pero jamás con los demás. He crecido con miedos, con impotencia, sin las ganas de prosperar. He crecido sola, sin un alma poseída que me guiara hasta el final. He crecido sin un todo, perdiéndome entre la madera de mi escritorio. He crecido sin ayuda, sin fuerzas, sin ilusiones. Y ahora, soy yo misma. Ahora ya no soy otra, ahora ya no acepto las derrotas. Sé lo que es no tener consuelo, y perderse entre un millón de agujeros. Sé lo que es caerse al subsuelo, sin que una buena mano te agarre antes de caer al suelo. Sé lo que son las lágrimas, las malas miradas, todas aquellas veces que pasaron de mi cara. Pero ya soy más fuerte, ya ni el levante puede con mi aguante. Y yo, sola, sin ti y sin mi, sin él y sin ellos, aguantaré aunque ya apenas me queden batallas presentes. Y lucharé, y viviré, por todo aquello que merezca la pena este mal trance. Por vosotros y por mi, por él y por ti, por todo aquel que aún se quede a mi alcance.

No hay comentarios:

Publicar un comentario