sábado, 29 de octubre de 2011

Nueva yo, nueva vida, nueva etapa. Más sonrisas, menos lágrimas. Tengo que aprender a vivir. Sin ti, sin mi, sin nadie. Tengo que ser fuerte, tan dura como una roca, sin sentimientos, fría. Ser yo misma, dulce, tierna, cariñosa, pero también estar alerta. Alerta al daño, al dolor. Medicarme contra este, para que luego, ya no me afecte. Superar todo el mal que hay a mi alrededor, las risas, las miradas, el miedo, tu recuerdo. Todo, completamente todo. Fuerte, dura, blanca, yo misma. Ser capaz de superar todo aquello que me venga de frente, con ganas, luchadora. Seré la guerrera de mi propia guerra, contra mi, contra mis miedos, contra el ruido. Lucharé, sin parar, hasta ganar la partida. Y si la pierdo, no me dejaré caer. Me levantaré, lloraré, lamentaré, para comenzar otra vez. A luchar, por mi, pero no por ti. Ya no voy a luchar más por ti. Ya tiré la toalla, hace mucho, por mucho tiempo. Y la recogí, entre lágrimas, la abrazé, traté de volver a ti. Imposible. Lejos, ambos muy lejos. Frio, mucho frio. Distancia, mucha distancia. Miedo, demasiados miedos. Ruido, dolor, impotencia. No hay nada realmente imposible, pero apenas me quedan milesimas por las cuales luchar. No es posible, tampoco imposible. Todo podría llegar a ser; pero hay muy pocas posibilidades, apenas ninguna de sonreir. Quemar mi pasado, quemar mis cicatrices, mis recuerdos. Todas aquellas personas, las cuales me lo hizieron más dificil. A la hoguera, muerte, adios. Borrar los rastros que tengo sobre mi brazo izquierdo, también los miedos. Las miradas de mis padres al descubrirlo, el miedo en sus ojos hacia mi misma. Sus preocupaciones, por mi, por mi manera de ser, por mi conducta. Borrar todos los malos actos, todo lo que trajo consigo malas consecuencias. Nueva vida, nueva yo, nuevos fallos, nuevas consecuencias.

Sola, solo, separados.

Alejate, alejate de mi. No más días grises, no más lágrimas. No, ya no más. Ya no hablaré de ti, ya no pensaré en ti. Ya no sufriré, ya no me moriré. Ya no te sentiré, ya no te querre. No más guerras, no más luchas sin fin, no más batallas. No más lágrimas contra una almohada. Fuera, fuera de mi vida. Ya no escribiré sobre ti, ya no viviré por ti. Ya no serás mi vida, ni yo tampoco la tuya. Ya no serás mi día a día, ya no serás mi melancolía. No serás mi presente, y aún así borraré mi pasado. Te borraré, a ti, a mi, conmigo. Para estar yo sola. Yo, me, mi, conmigo, juntas, sola. Solo yo, pero no tu. No conmigo, no juntos, no como antes. Yo sola, con mi corazón, con el ruido, con la oscuridad, en medio de tantas personas. Para conocerme, para entenderme, para olvidarte. No más lágrimas, no más muecas, no; ya no. Ahora sonrisas, felicidad, vida. Renace, vive, sueña, vuelve a ser tu. De una vez por todas, vuelve. Tú, querida Marta del pasado. Esa que tanto se enamoró, esa que tanto sufrio. Esa que soy yo. Vuelve, volveré, volverá. Volveré a ser yo misma, a sonreir, sí. Querida Marta del pasado, sé que aún sigues ahi. Perdida, dolorida. Pero vuelve, vuelve conmigo. Formaremos mi nuevo yo, el mismo que antes, la misma, pero aún mejor. Más fuerte, con más vida, más sueños, más ilusiones. Tan fuerte como una roca, pero tan delicada como un cristal. Yo, me, mi, conmigo, sola, solos, separados.

Me gustas, me gusta.

Me gusta. Sí, creo que estoy enamorada. No, tanto no, seguro que no. Aún te quiero, aún te necesito. Pero hay otro, lo admito. Hay otro que trata de entrar en mi corazón, que me anima, que me hace sonreir. Otro clavo, que quizás te ayude a salir. Uno que se parece mucho a ti. Que tiene el mismo hoyuelo en su barbilla, que tiene la misma sonrisa, sincera. El mimo que siempre acaba sonriendome, con el que siempre acabo riendome. A ese que lo llamo por su apellido, para no pronunciar su nombre, ya que es el mismo que el tuyo. El cual es tierno, dulce, adorable conmigo. Pero me da miedo. Tengo miedo, querido Sergio del pasado. Él es como tú, me recuerda a ti. Me gusta, me gustas. Me estoy engañando a mi misma. Pienso que él eres tú. Que puto lio. Te quiero, le quiero, me rallo. Me gustas, le gusto, ¿acaso me gusta? No, no. Te amo, a ti, más que a nada, más que a nadie. Pero él almenos me hace sonreir, me da fuerzas para seguir.

viernes, 28 de octubre de 2011

Mi único medio de expresión.

Estoy cansada de hablar de ti. De recordarte, de soñarte. De no sentirte, de no poder dejar de amarte. Estoy harta de ti. Cansada de ti, de tu absurda gilipollez. De la manera en la cual me mirabas, me sonreias, de la manera en la cual te sentia. De todos esos recuerdos, de todas esas fotos, esos momentos vividos. Esas combersaciones, esos besos. Todas aquellas caricias. Esos planes, hacia un futuro juntos. Estoy harta, cansada, fuera. Te quiero, pero lejos de mi. Quiero que salgas de mi corazón. Que te vallas, lejos, bien lejos. Necesito que me dejes sola. Necesito que permitas a mi corazón que se sane, por completo. Vete, abandoname, como tanto te gusta hacer. Dejame sola entre el frio, la gente, el miedo y la oscuridad. Deja que yo solita salga de esta. No te preocupes por mi, no me hables, no me pienses, no me digas un te quiero. Tengo que aprender a vivir sin ti. No me lo hagas dificil, no me digas que siempre estarás aquí. No me mientas, no, no más. Deja de ilusionarme. Deja de tratar de recordarme. Olvidame, alejame, apartate. Porque quiero olvidarte, quiero borrarte. Borrarte de mi memoria, porque duele. Me dueles, me haces daño. Me hace daño querrer pero no poder tenerte. Recordarte, recordar, llorar. Fuera llantos, fuera preocupaciones. Adios pasado, hola presente.

Presente, pasado y futuro.

El pasado. ¿Qué es el simple pasado para ti? ¿Un recuerdo? ¿Un momento vivido? ¿Algo que se te ha quedado marcado? ¿Lo mismo que anteriormente era tuyo, pero por una tontería el viento te lo arrebató de las manos? Pasado, es pasado. Son tus experiencias, tu vida, aquello que te formó. Tus recuerdos. Tu pasado es un pequeño abismo que trata de interponerse en tu presente. Ese pasado, frio y amargo. Esas personas, esos abrazos, esos besos, todos aquellos recuerdos. Los mismos que te persiguen cada día hasta que te acurrucas entre tus sábanas, en tu almohada, fiel protectora hacia ti. El pasado, el futuro y el presente. Tres simples palabras que constituyen toda tu vida, todas tus preocupaciones. Lamentos del pasado, preocupaciones hacia el futuro. Dudas de un presente, quizás de un pasado, puede de un futuro. Un tal vez, un podría ser. Un deseo, un sueño. Luego, una ilusión perdida. Tu corazón dolorido. Este lleno de parches, pintados de tonos alegres. Bombea, sin parar, con fuerzas. Otro sueño, una ilusión. Presente. Todo va perfecto. Felicidad. Luego, esto se lo lleva el pasado, te lo arrebata de las manos. Dolor, llanto, lamentaciones. Otro parche más, otro clavo por sacar.

La distancia se multiplica, se duplica, incluso se eleva al cuadrado, a la cuarta y a la sexta.

Tengo que hablar contigo, de nuevo. Llevamos más de un mes quizás sin decirnos ni una simple palabra. Ni un hola, ni un adios, ni un te quiero. Nada. Un mes frio, en el cual han faltado tus brazos. Un mes ausente, duro, irreal. No sé nada de ti. No sé donde estás, no sé como estás. No sé si piensas en mi, si me echas de menos. Tampoco sé si eres feliz, si por fín me olvidastes. Me apetece hablar contigo, de ti, conmigo. De lo que eramos, de lo que ya no somos. Ahora, somos amigos. Amigos separados por la distancia, por el tiempo, por la desilusión. Para mi tú no eres mi amigo. No te quiero como un amigo, no me preocupo por ti como una amiga. Para mi, eres mucho más importante. Me importa saber si estás bien, día tras día. También si sonries, si eres feliz, si por fín pasastes página. Necesito saber como te sientes, como me sientes. Lejos, cerca, a la quinta estrella a la derecha. Necesito saber si ahora, ya no soy nada. Nada para ti, nada para mi. Para nadie. Si ahora solo soy un simple recuerdo, del pasado, de un pasado algo lejano. ¿Sabes? Creo que es así. Creo que te olvidastes de mi, que por fin aprendistes a vivir. A disfrutar de la vida, a ser feliz. Ya no me necesitas, a pesar de que yo a ti si. Ya no me preguntas un cómo estás, ni te vas diciendome un te quiero. Ya no formo parte de tu vida. Ahora, tienes otro cuento, otra historia, solo, con otras, pero no conmigo. Yo ya estoy lejos, formo parte de tu pasado, de ese antiguo diario el cual ya nunca leelas. Me he perdido, como nuestros besos, nuestros abrazos, todos los momentos vividos. Ya estoy lejos de ti, y tú lejos de mi. La distancia se a multiplicado, se a duplicado, incluso se a elevado al cuadrado, a la cuarta y a la sexta. Tú dolor a cesado, tus llantos se han calmado, en cambio los mios han aumentado. Ya no me necesitas, pero cuanto yo te necesito. Ya no necesitas sentirme, ni saber como estoy. Ya no sufres mi ausencia, ya no te preocupas por mi. Ya no te tengo, ya no me tienes.

Bienvenido a mi tonta vida, maltratada, fuera de lugar, incomprendida.

Estoy cansada de llorar por ti. De la rutina, del ruido, de la gente, del miedo. Estoy harta de recordarte, de pensarte, de sufrir por esto. Estoy harta de recordar todo lo que vivimos, todos aquellos momentos y ver como ya no son nada, nada más que simples recuerdos. Como tu ya no estás, como yo ya no estoy. Como estás lejos, como ya no estás tan cerca. Todas aquellas fotos del pasado, las cuales poco a poco he quemado. Todas esas cenizas qe se han quedado, todos esos recuerdos, esas sonrisas, esos llantos. Estoy cansada. Odio ser frágil, no poder ser fuerte. No poder luchar, no ser capaz de afrontar. Recordar el pasado, recordarte a ti, y admitir que te echo de menos. Admitir que te echo en falta, que eres la piezecita que salta en mi. Odio echarme a llorar cuando tu recuerdo vuelve a mi. Como tratan de salir mis lágrimas, como se corre mi maquillaje. Como una amiga sufre por esto mismo. Como los demás me miran, algo confusos, divertidos por mi situación. Odio tener que recordarte como algo del pasado, odio tener que haber aprendido a vivir sin ti. Sin ti, sin tu jodida perfección. Con la ausencia de mis sonrisas, con todos mis miedos, desvelados hacia los demás. La gente, apenas me comprende. Lágrimas son sordas, pero más sinceras que miles de palabras. Te soy sincera, cariño. Lloro, sufro, padezco, tengo sentimientos. Me duele, me hundo, te echo de menos. Intento ser feliz, encontrar algo que me llene a mi. Pero es dificil. Eras tú, quién me enseñó a sonreir. Eras tú, y tan solo tu. Ahora, solo me tengo a mi. A mi, al ruido, al miedo, a los fallos. A la puta distancia. Ahogandome, asxfissiandome. Sola.

sábado, 15 de octubre de 2011

Jodida, querida, maldita distancia.

Apenas tengo tiempo para estar aquí. Para desahogarme, para escribir, para hablarte. Yo no quedan los sueños, las sonrisas, sino las pesadillas, las despedidas. Te siento lejos, muy, muy lejos de mi. Ya no estás cerca, ya no estás conmigo. Los kilómetros se apoderaron por completo esta vez de nuestra relación, de nuestro amor. Ya no te siento aquí, conmigo, a mi lado, tampoco en mi corazón, en mis sonrisas, en mi vida. Ya no estás, ya te fuiste. Me dejaste sola, entre la oscuridad, entre el frío, entre el miedo. Te has ido, me has abandonado, sin nisiquiera despedirte. Eres frío como el aire, invisible como el mar, por un suspiro entrastes a mi corazón, y del mismo modo, has salido. Te has ido, te has borrado de mi cuento. El cual estaba escrito con mucho esfuerzo, con tinta, con una suave presión en cada una de las palabras, por el miedo, por la desilusión, por la distancia. Jodida distancia. Tú, la que tanto me hizo llorar. Tú, la que tantas ilusiones me obligó borrar. Tú, la que apenas me deja respirar. Siempre estás presente en mi. Por los días, por las tardes, por las noches. Siempre acabo llorando por ti. Porque tú eres fuerte, tanto como una roca, y sólida, aunque a la misma vez, invisible. Tú eres miles y millones de kilómetros. Eres fuerte, egoista. Tratas de separar a las personas que realmente se aman. Las alejas, rompes todo aquello que tanto costó construir. Y yo soy frágil, sensible, pequeña. No soy apenas nada en comparación. Tan solo una niña, llorica. Tan solo soy una pequeña enamorada. La misma que trató de luchar contra ti, contra el viento e incluso, ir a contracorriente. La misma que falló, que perdió, y apenas tuvo fuerzas para afrontarla. Esa misma que se abrazaba a su almohada mientras que dormía, para que esta tratara de calmar sus llantos. Aquella niña que solía esconderse dentro de su armario cuando rompía a llorar, por el miedo de ser vista, de nuevo. La misma que te perdió, que se quedo sola. Esa que siempre a sido demasiado confiada, demasiado miedica, y también muy enamoradiza. La misma, la que convive, contigo, con la puta distancia todos los días. Aguantandote, sintiendote. Trato de aceptarte. De aceptar que estes aquí, conmigo. De calmar mis sollozos, de entender tu motivo. El por qué existes. El por qué le tengo tan lejos. Quiero saber la verdad, jodida, querida, maldita distancia. Quiero saber por qué ha pasado todo esto. Si algún día mejorara, o tan solo empeorará. Necesito saber la verdad.

viernes, 7 de octubre de 2011

Gracias por asumir ese papel, ya no sabíamos que hacer, pero te fuistes justo a tiempo.


Hace ya mucho que no escribo por aquí. No tengo ganas, no tengo ilusión. Tampoco nada bueno que contarte. Estoy aquí, sola, sin ti, sin mi. Mientras que mi corazón grita, llora. Se desangra. Te echa de menos, quiere volver a tu lado. Tú le rechazastes, tú le alejastes de ti. Lo mandastes lejos, para que regresara a mi lado. Lo había echado de menos, mucho. Ya no es tuyo, sino mio. El es quién marca mis latidos. El ritmo de mi vida, su compás. El es quién ha elegido que siga hacia delante. El sigue latiendo; lentamente, con leves pálpitos, con miedo, pero no se rinde. Es fuerte, pero a la vez muy frágil. Está lleno de parches. De pequeños parches, los cuales coloqué con mucho esmero para que dejara de sangrar, para que intentara continuar. Me ha hecho caso. No sé por qué, ni con qué motivo, pero aún sigue. Aún palpita, aún me da fuerzas. Aún lucha, aún insiste. Se ha aconstumbrado a tu ausencia, aunque le ha costado. Se ha aconstumbrado a estar sin ti. A vivir sin tus abrazos, sin tus caricias. Ha intentado no llorar cada noche y ser fuerte, mucho más fuerte de lo que siempre ha sido. A latido, con fuerzas, con furia, siempre que te echaba de menos. Cuando lloraba, sus latidos se han combertido en leves sollozos, al compas de los mios. Cuando me caia, este retumbaba en mi pecho, tratando de salir de el, de huir; tal cual como yo quería en ese momento. Sus latidos han sido casi inexistentes cuando pensaba en ti. A veces, pensaba que se había cansado de latir. Pero no, aún sigo aquí. Escribiendote, recordandote, llorandote, amadote. Es duro, pero es cierto. Para poder vivir un presente, tienes que afrontar el pasado. Yo aún estoy procesandolo. Aún estoy afrontando tu marcha, mi pasado, intentando olvidarte. Pero sé que no lo haré. Jamás puedes olvidar a una persona. Borrarla de tu vida, como si no existiera; es imposible. Tan solo, puedes aprender a vivir sin ella. Sin sus caricias, sin sus besos, sin su ternura. Aconstumbrarte a la soledad, a la amargura, al llanto. Dejarte llevar por el tiempo, por el rechazo, por el dolor. Tengo que aprender a vivir sin ti. Tengo que aprender a ser sin ti.