domingo, 28 de abril de 2013

Soledad me quiere, pero por favor, mátala.

El Sol está alzándose sobre el cielo, nuestro día despierta, lento. Algunos rayos tímidos se encuentran en el interior de mi habitación. Yo me encuentro en mi cama, acurrucada entre mis sábanas. Quizás, debería levantarme pero Soledad insiste en ser la protagonista en mi vida. Mi oscuro y revuelto cabello acaricia mi piel, como sus manos cuando él estaba a mi lado. Ahora, Soledad me ama, no ese amor tan dulce y tierno. Hoy, el día empezó sin mi. Odio el tiempo, ya que es el ladrón de todas nuestras horas, de todos nuestros buenos tiempos. Y ahora, nada esta bien; mis sábanas están frias, mis ojos llorosos, mi corazón dormido. El reloj continua corriendo a pesar de no ser un buen día. Un mes en antaño, todo era perfecto: nuestra distancia continuaba burlándose de nosotros, pero valientes como los guerreros que eramos, pudimos luchar contra ella, y así estuvimos durante unos largos meses. Después, Alegría nos hizo uja visita: nuestra distancia se había rendido. Él me contó que iba a cambiar sus aires hacia los mios, y llena de felicidas, quedé con Tristeza para burlarme de ella. Todo era perfecto, del material que están construidos los sueños. Pero yo tengo mala suerte, cuando era pequeña siempre me lo dijeron. Así pues, mi mala suerte vino a saludarme una noche, noche fría y oscura, cuando yo conocí a la muerte. Pero no mi muerte, si no su muerte. Aquella noche él estaba más cerca que nunca de mi, pero mi mala suerte cubrió su cuerpo, su vida y ella lo asesinó. Pronto, mi amor voló hacia el cielo, y aunque no crea en Dios, quisiera pensar que desde algun lugar podrá prosperar. Ahora, no sé como es eso de vivir, mi madre piensa que necesito una pizca de tiempo para superar esta mala experiencia, pero yo odio al tiempo, continuar sin él, aunque sé que debo de hacerlo. Por todo esto, no puedo levantarme esta mañana. Estoy destrozada, y mi mala suerte se encuentra a mi lado. Debería matarla, pero me asusta su fuerza. Tal vaz tendria que rendirme. No lo sé, ahora mi cama me necesita, y yo al calor mudo de mis sábanas. Vaya mala quedada con la Tristeza, que ahora la Melancolía se a atascado en mi vida. Solo necesito dormir, y olvidar...Incluso morir, deshazte mala suerte de mi.

sábado, 27 de abril de 2013

Cuerpo en el cementerio.

Solía hablar de palabras de amor, ahora la desesperación me espera en cualquier rincón y siento la angustia de tener un monstruo en mi interior. Y dime corazón, como explicarte lo que me cansó; como podrás comprender todo el daño que me causó, mi problemilla mental, mi pequeña enfermedad, eso que no me deja soñar. Eso que no tiene nombre para calificar, cosa que a veces llego a adorar, que aborrezco y oculto a los demás. Eso que me llena de angustia a pesar, que me haga ser la compañera de la muerte y sentirla cerca al respirar. Y cuando llegue el ultimo día, cuando no queden las melodías, ni los días en su compañía, eso, como fiel etapa de mi vida, envolverá mis horas frías para enviarme al lugar donde siempre debería: sepultada entre tierra, enterrada con las malas pasadas, junto a mi mala suerte y con mis cuentas pendientes, todas esas veces que me creí fuerte. Y ya no existirá mi osadía, palabras que diría, nada por lo que reía. Cuando llegue la ultima noche, o el último día, quizás algunos se alegren de que ya no existiría. Pero cuando se calme el viento, y yo ya ni tenga aliento, no temeré al fin del cuento, a las llamas del Infierno. Saludaré a la muerte, que tanto quería verme, y le diré que no pude ser más valiente. El olvido me envolverá, me dará su apoyo, y tú ya ni me recordarás del todo. Llorará durante mil noches la luna, añorarás mis roces; pero pronto Primavera se posará en tu vera, y un nuevo amor vendrá y así no recordarás cuanto era. Y entre los brazos del Diablo, danzaré, tal vez allí esté bien. Con la Soledad de compañía, pensando en que ya ni existirías. Sin saber como sin mi os iría.

Y no enterreis me cuerpo, lanzarme muy lejos. Liberadme, esparcirme, donde ya no podais sentirme. Donde nunca podais ir a verme; donde me encuentre cada vez que sueñes, donde sea libre, como siempre quise.

domingo, 21 de abril de 2013

Yo lejanía, tu osadía.

Inúndame de besos las costillas, que la luna sea complice de cuanto me harías. Envuelveme en tus caricias, que la oscuridad decida darnos risas. Haz en este momento de las fantasías en realidad, pues quizás pronto llegue el final. Y en esta noche, noche de dos donde algunos sin amor buscan el pecado de Dios, quiero entregarte un pedazito de mi corazón. Corazón perdido que tantas veces lanze al vacío, corazón perdido, que aún no sé como es que vivo. Quiero entregarte algo que es mío, y bajo las estrellas me buscas, con paciencia, encuentras. Sobre esta morada acomodada, bajo la luna que conoce nuestra cuartada, me besas, en los labios, con promesas de esas. Y que poco quiero que llegue el amanecer: quizás el sol me impida el volverte a ver, y solos tendremos que jugar a correr. En el sendero de la vida, que esta lleno de espinas, y por una extraña razón eres tú quien me guía. Quizás deberé acojer a mi fiel compañera la pastilla, tras esta noche para compensar las astillas. Pero estoy cansada de pensar en que pasaría. Entre tu cuerpo me encuentro, que no tiene descontento, estamos en una escena que no dirían los cuentos. Y ya está, que más dará si huracanes te alejarán de mi al despertar, si tal vez la tierra te comerá...Si puedo vivir el momento, perderme en nuestro encuentro. Bajo la luz de esa vela, mi melena pelea y sueña, sin ser controlada por su dueña. Y de pronto tus manos en las mías, en un enlace de ver cuanto durarías. Juegos desconocidos, ya he decidido decirle adiós al destino. Si estoy condenada a no vivir contigo, exprimiré cada momento para sentir eso de estar vivo. Mi fiera a despertado, sin dejar el amor a un lado, y ya muchos besos nos hemos dado. La luz se ha apagado. Entre tanta reflexión y juegos de dos, la vela decidió irse con su Dios, tan solo una suave fragancia nos dejó... Y puede que así también sea nuestro amor, efímero, dime campeón, que locuras me dirás cuando me abandones en mi estación. Y tu aquí, mirándome sin decir más que palabras de amor, y yo aquí, pero también allí, con mis miedos de nuestro fin. Pero tus labios me han hechizado, juntandose con los mios los hemos sellado. Pero mi llanto ya ha sido calmado, la confusión, el temor, sordos se han quedado en mi interior. Ahora solo esta el roce de tu piel, las caricias de tu ser, tus labios, no durmamos hasta el amanecer. Mantengamonos despiertos, te quiero ver. Quiero sentirte por doquier: analiza mis lunares, las marcas de los males, y cúrame las heridas con tu medicina, ya sabes. Susurrame al oído que no habrá quien nos pare. El contacto suave y tierno, que ahora siento, de estar posada en tu cuerpo, de tu calor, tu respirar, vaya corazón, que melodías me ofrece, amor. Y yo que tanto a veces aborrezco alguna canción...Anclada me he quedado, al sonido de tu voz, a como me grita tu corazón. Sé que desde ahora estoy presa de por vida, a adorar las veces que sonrías, a sonreír siempre que rías. Incluso me he acostumbrado a tus cosquillas, estas que ahora quieren tus manos frías, que me herizan, seguro que la luna nos tiene envidia... La oscuridad nunca se irá de nuestro lado, y tu guerrero, me susurras al oido que cuanto por el sol hubieras pagado. Lo triste es que esto no depende de los dos, del dinero, ni de un Dios, si no de paciencia y compresión: Sol tiene que aceptar la unión de la lejanía con nuestra osadía, pero antes deberá hablar con el día, aumentar el pacto que acordaríamos que nos uniría. Pues por más que nos engañemos, sabemos que el momento llegará, la luz nos cegará, y por mucho que nos busquemos, en los amaneceres vendrá la soledad, por mucho que ahora juguemos a parar, el tiempo y la forma de pensar. Te observo, te has quedado a un lado, pillado. Tu respiración por suerte no ha cesado, estás descansando. Es lógico, no eres chico nocturno, aunque en diurno yo este en estado oculto. Te has dormido, desperdiciando el tiempo que nos dio el destino para estar unidos. Bueno, mejor dicho, el tiempo que robamos como pecadores en el campo de los amores... Pero yo te apoyo en mi pecho, espero que tengas dulces sueños. Te beso, en la frente, en los labios, que comisuras, diablos. Que lástima que este prohibido el hecho de amarnos. Le dedico a tu cabello, besos y otros consuelos. A tu cuerpo palabras, poesías, para que no sienta las horas frías, y a tu oido, cuanto te diría. Espero que el timbre de mi voz resuene en lo que tu mente te represente. Espero que en cada ida te me hagas más fuerte. Y miro el reloj: queda media hora para que me digas adiós, vaya lástima que cada vez venga antes el Sol para burlarnos a los dos. He de aprovechar el tiempo, guardarme bien todos los momentos, pero sentir que no estas muerto, que es algo que presencio ante la falta de tus besos. Así que cierro los ojos, en tus huesos me apoyo. Huesos que poco a poco se volverán escombros..Pues me he dormido, vaya idiota, mi subcosciente a cedido. Y entre tus brazos soñé que burlabamos al destino, pero cuando desperte...Ya te habías ido. Solo me quedó el rastro de todo aquello que hizimos y vivimos, recuerdos, esos contactos poco cuerdos. Con lo agusto que estaba en tu cuartada, y ahora me encuentro en la nada. Perezosa, golpeo a la almohada: no puede compararse con el cuerpo de alguien a quien tanto se ama. Y levantandome de la cama, observo al Sol, esta allí en el cielo, el límite que nos quita el consuelo. Y se está riendo, de como gana en este juego. Así que resoplo y ignoro todo cuanto quiero, me tiro al suelo, hasta que la noche vuelva, a darme de lo único que quiero.

martes, 9 de abril de 2013

Soy independiente y siempre me hablas en mi mente.

Dile a la inseguridad que me venga a buscar, que entre sus brazos me lleve a algún lugar, y ya no sepa ni soñar. Dile a la cama que en mi no tiene lugar, que por mucho que busques un remedio nada se puede remediar. Deja a un lado toda tu absurda medicina, esa que me incita a creer en todo aquello que me dirías. Olvídate de mi, de sufrir por aquí y de preocuparte por mi existir.
No busques mi sonrisa, esa que suele ir acompañada por una suave risa. No busques de mis melodías, ni me hagas ver cuantísimo perdería, pues si te soy sincera por el momento no sé que te diría. Quizás soy yo quien acoje a la melancolía, quien adora estar sin la compañía y disfruta con el sado de la vida. Tal vez nací así, o mejor dicho, algo hice que en esto me volví. Quizás no tenga perdón, y mi vida solo tenga sentido con un adiós, pero mientras tanto aqui estoy, escuchando a tu corazón.

Eres valiente, con muchas ideas en mente, que tratas de domar a mi muerte. ¿Acaso crees que podrás con una demente? Por mucho que yo te niegue insistes, introduciendote en mi mente. No sé si tratas de hacerme mas fuerte; o que al fin has comprendido que mis demonios pueden vencerme. Y yo soy el pecado, y tú la pasión de no dejarme a un lado. Yo soy la víctima, tú quien lo presencia. Tú eres alegría, aunque reconozco que estás llena de horas frías. Eres una principesa, pero con el dolor expuesto delante de la mesa. Pero no el tuyo, si no mío, lo malo es que te dejo rasguño. Yo era niña, y tu mayor, y jugabamos a juegos de dos. Lástima que ya no queda de eso en nuestro salón, más que sombras y rastros que lo del tiempo dejó. Más que oscuridad de todo lo malo que me ocurrió. Más que oscuridad de todo lo malo que me ocurrirá.
 Pero una voz me susurra, insistente entre mis dudas, que qué más dará si no hay nada que me cura, que más importará mi mala cordura, lo que me envuelva en mis dunas, si siempre me quedará una pizca de magia; locura que a otros le hace gracia, inspiración, y una deuda contra un mal Dios. Una deuda: aquí quien manda soy yo.


viernes, 5 de abril de 2013

Toda mi vida ha estado llena del lamento.

Por todo lo que decian los demás, embarcaste en un nuevo viaje sin final, tiraste a la borda tu libertad, y te encerraste, ya no queriendo nada más. Y todo por lo que parecían los demás; dijiste adiós a las fantasías y a las veces en las que lo bueno existía. Acogiste a la melancolía de compañía, y en un rincón empezaste a recordar todo aquello que te dirían. Se notaba tu inseguridad, miedo a fallar y no saber prosperar. Se notaba tu inmadurez, qué más darían los demás. Pero idiota como debes ser, te encerraste entre espada y la pared. Vendiste tu alma, yo lo sé, al diablo o a un mal ser. No sé si sigues siendo la misma de ayer, pues lo que había en antaño ya no lo puedo ver. Ya no esta esa sonrisa, tu forma de componer sin prisa, ni esas bellas caricias. Ya no estan tus metas en el sol, ahora todo incanzable es para las dos. Ya no tienes ese don. Don por el cual existias, que ahora solo usas cuando sientes que te moririas. Ya no existe ni la inspiración ni la canción, ya todo se olvidó. Ha pasado el tiempo, y en este tiempo encontraste el descontento. Por esperar de ti más de lo que podías dar, por dejarte llevar: porque al fin le diste al estallar.

 Ya no sé ni donde estás. Antes te buscaba para nuestras fantasías, componer y abandonar a las cosas frías. Pero desde hace dos primaveras ya ni te tengo en mi vera. Eres mi mitad, mi seguridad, aquello que me hacía estabilizar; eres todo cuanto antes podría soñar. Pero no, ya no estas. Te escondiste en un rincon, para ponerte a llorar. Y de nada ahora sirve prosperar, fingir, pues todo ira igual. Te arrojaste a la mar y yo no se nadar. No puedo rescatarte, ni volver hacia atras. Ojalá todo se pudiera solucionar, revovinar, cuanto daría por volver a soñar...
He de acostumbrarme a tu ausencia, pues ya estas en venta. Ya no eres parte de mi, ya ni te siento aquí. Ahora eres mal, dolor, abandoname por favor. Eres un guerrero rendido, un traidor. Eres quien apresiona a mi corazón. Y lo peor, es que eres yo. Yo soy tu consciencia, que te grita con paciencia. Y tu eres el mal, el mostruo que ha creado la sociedad. Tu eres lo que han conseguido los demás. Chica luchadora, que ahora llora. Te han encerrado, y ahora tu misma te has matado. Los pro lemas te han inundado, y yo he tratado de mantenerme a tu lado. Algunos me llamaban alma, yo prefiero llamarme calma. Pero tu ya no crees en mi, ni que en lo bueno pueda existir. Yo solo soy una de esas cosas más que te hacen sufrír, y como prefieres vivir en la ignorancia, tomas mis palabras como venganza. Todo por intentar sentirte aquí, que vuelvas a por mi. Pero he de afrontar que ya no será, pues llevo esperando varias primaveras y nunca te sientes bella. Tal vez es que hayas madurado de más, hayas entendido el mal de la vida y quieras un final. Tal vez es que demasiado te afectaron los demás; o puede que ya no tengas ganas de luchar. Por eso, has dejado a mi que soy tu espada, tu camisa desatada, y tus fuerzas tiradas, y eso que estás en el campo de batalla.. ¿Así que suficiente ya ha sido suficiente princesa, no vas a arreglar las cuentas pendientes? Tienes la mirada nublada, la adolescencia desbordada, parece que ya no te queda nada. La vida ya no te ofrecía lo que antes nos daba, y tu recelosa, muestras otra cuartada. A ver quién gana aquí, baile contra el morir. El pro lema es que ya ni tienes ganas para combatir. Y con la melena alborotada, las medias rasgadas, miras al frente y das una calada. En tus suspiros sale el humo y los restos de todo lo que hubo. En tu cuerpo quedan las sombras, y las marcas del.mal, lo que indica tu mala vida de verdad. En tu cuerpo, en tu realidad que tanto odias y no sabes afrontar. Aquella donde no me veras más. Pues me has echado, me has destrozado y dejado a un lado. Se ve que ya no necesitas de mi ayuda, que puedes desnuda. Pues una persona sin consciencia, es como la falta de libertad, el no saber volar de esa bella ave que se posa a tu lado mientras que tu melena danza al caminar. Pues una persona así, es como si no supiera ni respirar. Gracias a ese Dios falso que no existe de que te mantienes en pie, por el momento, pues pronto te vere caer. Lástima que tu a mi ya no me quieras ver, y que poco pueda hacer. Tus melenas alocadas, esa ropa que tanto te sobraba, esta rasgada, igual que tu piel, y el espejo te dice cosas que a mi no me parecen bien. Entonces te decides romper, y entre tus brazos, entras en un edén, en un tunel, donde ya nunca parará de llover. Donde ya ni te podré ver.

jueves, 4 de abril de 2013

Dime como podría tener complejo teniéndole en mi cuento.

Recorrer con mis manos su espalda, aquella que tantas caricias me guarda. A besos su cabello, hacerle llegar hasta el cielo, incluso sentir el desenfreno. Son cosas que tanto le debo, y tanto deseo. Recorrer el mundo entero, caminar hasta lugares inalcanzables, hacer que desaparezca de nuestro lenguaje la palabra improbable. Despertarle y besarle, hacerle ver que nuestros sentimientos son palpables. Y llenarle de caricias, consuelos cuando el mundo no sea bello, motivos por los que alumbrar al planeta entero. Hacer que nunca sienta el miedo, vencer todo cuanto temo, arroparle entre mis brazos, y que así jamás me eche de menos. Cantarle melodías, de esas que nadie entendería y que su oído bien acogería. Darle de mi amor, cariños para ese corazón, besos con mucho sabor. Endulzarle la vida, sin dejar que conozca que son las caídas. Ir a cada precipicio, no para arrojarse y abandonar al destino, si no para apreciar lo fuertes que somos unidos. Visualizar las tormentas, recordar la distancia que no nos atormenta, entrelazar nuestras manos, nuestros destinos anclados, darnos besos salados.
Que yo bien sé que muchas buenas sensaciones sin mi podría tener, pero soy yo quien conoce esta manera de querer. Soy yo quien le acaricia sin prisas, le provoca esas sonrisas. Quien conoce sus pesadillas, y las veces en las cuales solo lo malo existía. Conozco sus expresiones, como canta las canciones, incluso sus gustos y pasiones. Conozco su pasado, aquel que muchas otras habrán olvidado, y no lo dejo a un lado. Incluso sé de sus obligaciones, las cosas que detesta, sus manías y sus fantasías. Todas sus sonrisas, sus gestos cuando algo es perfecto. Cada tono de su voz, cada sonido para mi es inspiración. Cada risa, el sonido agradable que me eriza. Cada una de sus miradas, como puede entregarte el mundo cuando todo se para. Su forma de enfadarse, tranquilizarse, que tiene mucho aguante. Conozco su forma de tensarse, y de forma palpable. Y lo mejor es que me queda mucho por saber de aquí a alante. Me quedan miles de recuerdos que deberá contarme, sueños que cumpliremos, pesadillas de las cuales nos olvidaremos. Me queda no hacerle sentir celos, más que de la distancia, mas que del viento, que revuelve mi cabello. Me queda entregarme a su cuerpo, soñar despierto. Me queda llenarle de poesías, provocarle que sonría, y conocerle más de lo que debería. Aunque no me lo pueda creer, quiero más de él, quiero todo cuanto me pueda ofrecer. Me queda vivir con él miles de amanecer, despertarle y que no se lo pueda creer. Me queda no dormir por él, madrugadas despiertos a tutiplén. Me queda volverle a ver, y que esta operación se repita una y otra vez. Me queda disfrutar del presente, que no nos quede ninguna cuenta pendiente, incluso vencer a la muerte. Me queda vivir junto a él, y así disfrutar cada anochecer. Me queda incluso más por conocer. Me queda tanto como él me pueda ofrecer. Y aunque sé que muchas otras mucho también podrían hacer, empeñada estoy en mostrarle incluso al papel, que para mi le quiero tener. Para nada sirve la poesía, más que para alumbrar las horas frias, demostrar cuanto quería, y quedar constancia, en un futuro, de cuento sentía. Y bien decía la gente que afirmaba que el amor de un poeta nunca moría, que por este moriría. Le llenaré de mis versos, de esos que a algunos no les dejan muy cuerdos, para hacer que sonría al leerlos. Y le haré miles de promesas, pareados y metáforas, alternaré todo lo vivido para que nunca se lo lleve el olvido. Y así un día en un futuro estaremos leyendo unidos todo cuanto ha ocurrido, todo con lo que hemos podido. Y ahí ya habré cumplido tantas cuentas como le prometí a mi destino, Y ahí ya le habré comido, ya le tendré conmigo. Y allí viviremos de primaveras, veranos soleados, trasnochando. Y allí no existirá el mal, el "nunca jamás", estaremos en nuestro "mundo ideal". Haremos de la fantasía algo real; pues con él nada no es de verdad. Y así, al despertar entre mis brazos le haré estar. Y así, al madrugar, un motivo más tendremos para prosperar,  ya no necesitaremos ni soñar... Y así el mundo puede dejar de girar, pues seremos invencibles, como ahora siempre que está a mi vera.

                  Daniel+Marta 02/09/2012

La princesita que siempre sonreía.

Cuando suficiente nos sea suficiente ya nada nos podrá hacer más fuerte. Cuando todo nos quede pendiente ya no existirá aquello de jugar a perderse. Cuando la infancia se convierta en la muerte, ya no nos quedará un baile pendiente. Y ya no existirán más primaveras, ni otoños bajo las suelas. Ya no quedará el frío del invierno, la falta de nuestros besos. Ni la brisa de verano, ni los sueños que tanto deseamos. Cuando ya no exista el sol y el mundo nos diga adiós, se cerrará el telón.

Y se acabará esta actuación: tu mala vida, esa de vivir arrepentida y perder hasta las melodías. Esa que trataba de aquella niña fría. Esa donde tú eres la protagonista, que tan bien luces en las pistas. Esa que ya se fue, dile adiós  pues no puede volver, acoge tu nuevo papel: tú niña presumida, que afronta las caídas. Tú que quieres rebosar, luchar, que todo podrás superar. Tú, que antes eras de cristal. Vaya cambio de personalidad, no sé como soportas sin inseguridad. Vaya actriz, ojalá supiera como tú tan bien fingir. Que sabes reír y llorar, soñar y parecer ilusionar. Que te sabes enamorar, sin que te afecte en verdad. Que te sabes al mundo devorar. Vaya, me gustaría verte en la vida real; si tan valiente eres a pesar de lo que opinen los demás. Pero luego te observo, famosa de los cuentos, como te agobias por un susurro lento. Como sabes prosperar, la vida de todas aquellas y la tuya no para de girar. Gira entre las giras de las metas que antes cumplías, recuerda los cuerpos falsos que poseías. Y atácate a ti misma como en la guerra fría, haz que ahora se cierre el telón de la vida.