jueves, 18 de septiembre de 2014

Amanecer en mi interior.

A veces siento miedo al existir
a eso de vivir, mas bien malvivir.
En cambio, me parece tan bonito el convivir
uno a la deriva, de un baile entre las astillas
con la compañía, la música y la llegada de un nuevo día...
Lo que no lastima, sino alegra las heridas
cura cicatrices, entre todas las cosas que dices.
Y sanas y olvidas, incluso las horas frías
y ya solo queda, esa tierna melodía
entre el amor y la comprensión
ese calor que no te sabía ni dar el alcohol
diciendole adiós a la desesperación y a la falta de color.

No eternamente...
Solo durante el tiempo que se digne a salir el sol
a posarse en la estación, a no cambiar el telón.
Mientras que ese ángel se mantenga sin decir adiós
mientras que el invierno se mantenga dormido, aunque aún latente en tu corazón.

lunes, 15 de septiembre de 2014

02/09/12

Estaré aqui siempre para ti
No dudes que lucharé por ti
En esta eternidad que nunca tendrá fin aunque efírmera al fin
no muy duradera, ya vuelvo a tener ganas de ti.
Eres lo mejor que existe en mi existir
gracias a ti, valoro el vivir
 y lo mas importante....
Soy feliz

viernes, 12 de septiembre de 2014

Yo lejanía, tú osadía (Comienzo de la historia)

Perder el sentido cuando el mal me susurra al oído, en esta angustia del olvido, que ya ni recuerdo que era estar vivo...

Odiar las manías, amanecer sin compañía, sin nada de eso poco que tenía.
Y entre la gente nunca ando pendiente, pues no habito en ninguna mente. Tan solo soy un alma endeble, que recuerda sus pesadillas, vive en las horas frías...Que habita sin el poco amor que antes tenía y amargada ya no sabe ni recordar lo bien que se sentía.
Soy esa media sonrisa que por las prisas apenas se divisa, y tan callada, a veces tan cerrada..Cuanto amor aguardaba y que poco mostraba. Todo por lo mal que la trataban.

Y con los miedos en mente avanza mientras miente, en un baile con la muerte, entre tanta gente. Fantaseaba con las maravillas y la vida bajo sus costillas, deseaba y malvivía, que poca cosa tenía. 
Y se mentía, noche y día, y ocultaba su compañía y sentimientos, para que nunca venga el descontento.


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Una noche, le hizo una promesa al viento cuando su esperanza aún no se había desvanecido del todo de su cuento: "Prometo luchar contra mi destino, contra todo aquello que vino, para poder tener todo aquello que ansio y en algún momento llegar a un sitio en el que de verdad aprecie que es estar vivo. Si algún día no lo cumplo no dudes con maldecir todo cuanto es mío, y en encerrarme en la cárcel más dura sin descuido, ya que será lo que merezca al perder el motivo por el que lucho y vivo sin querer estar vivo."
El viento, fiel y esperanzador de aquel pequeño encuentro acogió a la pequeña bestia, la envolvió y entre sus promesas la disfrazó, condenándola a tener esa carga o bien esperanza día tras día hasta que algo hiciera que se cumpliera. Tras ese pequeño contacto desapareció cual tornado, tras romper todo y arrebatar cuanto podía por su lado, ya tan solo tranquilidad quedaba tras lo pasado.

Durante aquella noche, la niña que nunca sonreía apreció la existencia de la Luna allí arriba, y fantaseando la belleza que escondía, pensó que tal vez conociéndola algo bueno le daría. Así que sin temor, la niña tímida que nunca había salido cuando se iba el Sol, y más que hablar lloraba sin razón, alzó la voz, para dirigirse a la Luna que sin cordura la miraba, cual muñequita encontrada.
-"Oh, menuda belleza veo, no sabía que en el cielo existiera más que esa cosa redonda que me observa y seguro que te cuenta, cuanto mal me revienta. Os conoceréis seguro, y aprecio que tu existencia me agrada mucho más al estar más cuidada y tener esa forma que seguro que hasta los Dioses halagan. Vengo a ti pues porque tu figura me ha dejado enamorada, y mi desesperación y falta de valor necesita la ayuda de una dama, dama que en las madrugadas sepa tenerme arropada."
La Luna, que más que escuchar fantaseaba con locura, ascendió a su pequeña muñeca por los aires, para estar cara a cara, y esbozó tal sonrisa que a cualquiera le darían arcadas. En cambio, aquella pequeña niña estaba encantada, y volando, como flotando, pensó que ya tenía un ángel que le guardara. Asi pues, durante esa noche encantada, volvió a articular palabras entrelazadas.
-"Hace mucho que no tengo nada, por las noches reviento por el descontento, toda la oscuridad me cuenta un millón de cuentos, y mi pequeña esperanza, que a veces siento que se agranda, decide abandonarme para por los días saludarme. Y tras pensar muchas horas, decidí pactar con el viento, una promesa, más bien un juramento, que si no cumplo permito que él mismo me arrebate el aliento y acabe con todo lo bueno que a veces siento. Ese juramento que te cuento, es tan duro y violento, que sin la ayuda de alguien como tu dudo que pueda cumplirlo, ser tan valiente como para seducirlo. 
Quiero hacer otro pacto, esta vez contigo, con la bella poseedora de las noches, noches de tanto lastimo. Quiero que me ofrezcas tu ayuda, a cambio cualquier cosa de mi podrá ser tuya."
La Luna, claro esta, disfrutando de aquel encuentro, aumentó aquella sonrisa, y pareciendo que tenía prisa simplemente asintió, haciendo que todas las estrellas del cielo apagaran su color, y que una enorme oscuridad se adueñara de toda la ciudad. Aquella sombra, que nunca había hablado y ni los dioses sabían que poseía tan habilidad, pudo hacerlo para responder a aquella muñeca que de lo frágil y beneficiable que para la Luna era parecía de cristal. Con una voz vacía, violenta y grave susurró:
-"Intentaré ayudarte si es lo que quieres, pero con este pacto la sangre me debes, y en el caso de fallar aquella promesa, además de aquel cruel castigo, el mío será aun peor de lo que piensas que es estar vivo. No creas que esto significa que lo que haré será cambiar tu destino, para que miles de lamentos acojan en ti su nido, sino que llegará un momento en el que la Muerte aparezca, ella será quien venga, y vengue con tu sangre todo lo poco que me pertenezca. Tu cuerpo será mío, y viviré en él como tanto ansío, y tú claramente te pudrirás en el cruel Infierno. Para sellar este juramento lo único que tienes que hacer es desgarrar tu piel, y sobre el Mar dejar tu sangre correr....Sangre que me pertenecerá tan pronto como llegue un nuevo anochecer."
La niña, tras caer al suelo, y mil rasguños sentirse en el trasero, feliz corrió hacia un sendero, donde iniciaría su nuevo pacto que le ayudaría a acabar con los miedos. Al llegar al Mar, rasgó su propia muñeca con sus manos, hasta que la sangre caía a cántaros, y pidiéndole a las aguas su permiso, derramó más de un litro. Al alejarse, toda el agua comenzó a teñirse, roja cual rosa se quedó, y todo el cielo de golpe se iluminó: el amanecer llegó tras el suave apagón.

Pasaron uno, dos, tal vez tres días, y aquella niña siguió luchando para mantenerse viva. Con su temperamento y sus leyendas de cuentos, avanzaba, era raro pero ya ni lloraba, tan solo ansiaba con la libertad que tanto demandaba. Y, en una de esas tardes su destino decidió dar un vuelco matutino, en el cual la pequeña se vio envuelta en la mirada de unos ojos también perdidos. Era un varón, que de lejos la miraba y apreciaba, escondido entre sus cabellos estaba, con unas ropas tal vez demasiado pegadas, y una mueca que no trasmitía mucho más que cuanto ansiaba tenerla en su almohada. Ninguno de los dos sabía si era amor, o dolor, lo que sentían en su vientre cuando ambas miradas coincidían; tanto calor, ardor, oscuridad y a la misma vez temor. Solo sabían que gracias a ello a él se le habia alzado el Sol, y ella no hacía más que apreciar la "bella" sonrisa que la Luna le enseñó. Por ello mismo, empujados por el destino, cada tarde se observaban, fantaseaban tanto que ya incluso la pequeña se había olvidado de los juramentos que le aguardaban. Un día, cuando anochecía, un beso en las mejillas. Al otro, cuando amanecía, un contacto entre las costillas. El varón otro día, decidió abrazarla y sintió así cuanto mal la oprimía; fue tan largo ese abrazo , que con sus fuertes músculos lo demolió en un instante. Y ella ya solo quería sentir su compañía, como al otro día ambos labios coincidieron, y se besaron, y se amaron, cosa que se ve que los Dioses tenían planeado. Labio con labio, sueño con sueño, juramento con juramento, de la luz entre la oscuridad, que tal vez esconderían la verdad. Y así pasó un mes, dos, entre sus juegos y promesas de dos. Hubo una noche donde aquella pequeña niña en mujer se convirtió, al unirse plenamente con aquel varón. Fue un instante, tan efímero pero tan preciado, que descubrió que él era la felicidad que tanto había ansiado, y agradecida veló al viento, seguro que él también estaba contento.

Pero ya había pasado un año, y la Luna no hacía más que observarlos a oscuras, y fantasear con la cura que aquella muñeca poseía con locura. Aquel hombre transmitía la misma amargura que el Sol, que le robaba a la Luna el puesto tras unas cortas horas de telón, por ello mismo quiso propagar su venganza, por lo que para ello debía romper toda pizca de esperanza.


Fue entonces cuando el comienzo del fin apareció. Aquella pareja que tantos propósitos y sueños tenían, que tan felices vivían, se dieron cuenta de que había algo que habían olvidado por todo aquello que sentían. Y eran los pactos, el juramento, que cada uno había hecho teniendo por ello un respectivo dueño. Preocupado, el varón a la tímida chica le contó, como había hablado con el Sol y le había jurado lealtad si aumentaba su esperanza y ganas de continuar, solo que a cambio toda su vida le tendría que dar. Al oir aquello, la chica empezó a entender la verdad, y a temer ahora la falsa sonrisa que bella había visto a pesar. Y así, le contó su pacto con la Luna, como toda su vida se había llenado de fortuna. En cambio, no dijo nada del precio a pagar ni de las torturas.
Fue entonces cuando aquel varón de largo cabello decidió luchar, maldijo al Sol y se puso a pelear. Una pelea verbal que pocos pudieron escuchar, mientras tanto, a la chica se le oía sollozar. Hacía tanto tiempo que nadie la veía llorar... Que la Luna decidió tomar aquello como arma para iniciar la venganza.


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Aquella chica ya ni recordaba, simplemente añoraba, la felicidad que vagamente apreciaba. Pero imposible era por la promesa fallada. Ni sabía como es que ya no le quedaba nada: todo cuanto tenía se había esfumado, se había borrado, por...Algo que parecía que lo había soñado. Recordaba claramente, una noche en su mente. Noche de pesadillas, donde agarraba al varón más bello que recordaba en sus pupilas, y no hacía más que estrangularlo y ofrecerlo como sacrificio a su cruel destino. Después de ello oscuridad era todo lo que vino. El cuerpo de aquel hombre se esfumó, desapareció, envuelto en una luz dorada brilló y nunca más volvió, y el de ella misma se ocultó en la oscuridad y en un lugar sin nada más. 
Y en un sitio similar estaba ahora, con la sonrisa torcida, muecas tras las costillas, un millón de heridas, torturada, acabada, encarcelada. Todo por una pesadilla cuyo comienzo no recordaba.
Lo único bueno de aquello es que a veces fantaseaba...Recordaba a aquel hombre, recordaba cuanto lo amaba, y soñaba con que algún día pudiera tenerlo en su cuartada. La noche que recordó que en el interior de ella se encontró, algo ocurrió que pudo ver en la lejanía como un rayo de luz, algo parecido a lo que antes era el Sol....
No era más que él, que le observaba en el otro lado del limbo, observaba receloso la oscuridad, el mal, y a su pequeña felicidad atrapada en ella, encarcelada. Llorando, casi temblando, gritó cuanto podía, tanto que las tinieblas le oían:
-"Haré cuanto pueda querida, lucharé día tras día. Por mi cruel destino y mi promesa, el Sol se niega a que te tenga...Pero te prometo que en algún momento llegaré a la Luna, que te tiene en sus dunas, y haré cuanto pueda para tenerte, aunque sea solo en las horas frías. Espérame querida, y no cumplas tu sentencia, o yo mismo me quitaré la vida. Recuerda, siempre tendremos a la lejanía cerca, pero la osadía siempre estará presente en nuestra partida."

Y, aunque la oscuridad captó aquel mensaje, no llegó a los oídos de aquella chica, sino a los de la Luna, que volvió a mostrar su sonrisa.

No es que ya no tenga inspiración, o que acaso este viviendo con el terror
simplemente hay ocasiones en las cuales se cierra el telón
y el helor, la hinchazón y el dolor, tal vez la falta del amor
provocan tal colocón, que es imposible centrarse en la actuación.
Te centras en la monotonía, en eso de sentir que nada de antes existía
y adiós a las melodías que tan fácilmente componías...
Por eso de tener a tu musa, que aparecía de día y por las noches no se iba.

Y ahora, a pesar de la compañía y de cuantas cosas dirías solo quedan palabras frías...
Odio en tu mirada, cansada y desesperada, que a veces ya ni dice nada
voz apagada, igual que tu rostro y la esperanza de la que antes gozabas...

En esta vida atrapada, entre cuatro paredes y encerrada, componiendo lamentos para almas olvidadas,que ya nunca más opinaran nada...