martes, 6 de septiembre de 2011

Nunca, nunca más te rindas.


Tengo catorce años. Algunos pensareis que soy muy jóven, demasiado para entender de lo que es el verdarero amor. Pero no es así. El amor no tiene límites, ni edad. No hay nada que pueda romperlo. El amor dura, y durará todo el tiempo que tu propio corazón trate de asimilar que ahora pertenece a otra persona. Porque una vez que amas, que has amado de verdad, tu pobre órgano vital deja de pertenecerte. Tu amado se lo lleva, lejos de ti, aun sin que ninguno de los dos quiera.
Y entonces, tú, presa del pánico lo echas en falta. Añoras a tu corazón, y maldices las veces que no le escuchastes. Pues ahora no está, ahora está lejos. A 675 kilómetros de ti. A muchas horas en carretera para encontrarle, en un lugar que nunca visitastes. Entonces recuerdas las típicas peleas entre tu cabeza y tu órgano vital. Como ambos luchaban una y otra vez. Tu cabeza con lo que pensaba; tu corazón con lo que sentia. Y tú, confundida, no sabías que hacer. No sabías a quién darle la razón, por lo cual, tan solo te dedicabas a escucharles y a llorar. Y ahora extrañas esas tipicas peleas. Pues tu corazón ya no está, ya se a ido. Por no hacerle caso; te ha abandonado. Y ahora, tu cabeza no para de dar vueltas. Piensas, piensas y piensas; pero ya apenas sientes. No sientes el agradable tacto de la brisa, tampoco sientes la típica felicidad que se experimentaba tras haber hecho algo bien. No, ya no. Ahora tan solo sientes miedo, y dolor, y confusión. Porque has perdido a las dos cosas que más quieres en este mundo. Porque aunque te pongas la mano entre ambos pechos y sientas a un supuesto corazón palpital; el tuyo ya no está alli. Está lejos, muerto para ti. El sustituto tan solo te da un amargo y lento palpito.
Tu cabeza intenta ayudarte. Se siente culpable, y es normal. Cumpable de que le hizieras caso a ella. Cumplable de que ahora te encuentres así. Y tu mente trata de buscar una solución; recuperarle. Tienes que recuperar a tu corazón, y a la persona por la que lo perdistes, a la que amas. Tienes que luchar, que sacar tus mejores armas; tus sentimientos. Tienes que dejarte guiar por lo que un día tu corazón te dijo, y aún estás segura de que esté donde esté, sigue pensandolo. Y tu pequeño organo vital está esperandote. Espera que regreses, que hagas las cosas bien de una vez. Porque aunque eres pequeña, recctificar tras fallar es lo normal. Y entonces, tú, pequeña princesa de tu cuento hundido, comienzas esa pequeña lucha. Estás apollada de tu cabeza, ahora es algo que tienes claro; pero te falta tu corazón. Tienes que recuperarle sea como sea. Para volver a ser feliz. Para volver a sonreir y claro, como no, para volver junto al hombre que amas. Y ahora, que lo tienes claro, princesa, lucha por lo que quieres, por lo que querias. Y nunca, nunca más te rindas.
Att: Tú pequeño organo vital.
De mi para mi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario