viernes, 28 de septiembre de 2012

Si tú naciste por mí, indícame qué hago aquí.

A veces  no puedo llegar a comprender el por qué estoy aquí, el para qué llegué a existir. Quizá el destino es que lo quiso así, y por ello me siento obligada a seguir, pero en cierto modo ya no quiero ir hasta un sin fin. Viva a la mala suerte, al no poder tenerte, y al miedo que me ocasiona todo cuanto debo deberte. Viva a las despedidas, a esas veces en las cuales me sentía viva. Quiero comprender el por qué, aunque quizá no lo debería saber. Quiero poder entender aquello cuanto soñé, y para nada temer a la oscuridad sin conocer. Quiero saber, el por qué tú me decidiste tener. Bien yo sé, que no me querías ni ver, que con una ya tenías hasta para devolver. Bien yo sé, que no te hacía ilusión tener entre tus brazos otra vez, aquello con lo que yo ahora tanto soñé. Quizá con un pacto, un tratado con lo que Dios no dijo en alzado, que decidió crear un paso a un futuro cercano, para traerme a tu lado. Así ocurrió, y así sucedió. Tu con otro, haciendo el amor. Perdiéndote en su cuerpo, sintiendo la pasión. Lo siento, pero no puedo imaginarte en esa situación, con quince años menos en tu corazón, con menos experiencias al cajón, con el amor plantado allí donde nació la comprensión. No quiero imaginar tus gestos, como disfrutabas de su cuerpo. Y menos, como decidiste que apareciera en tus senos. Debería pensar, que aquello que hiciste fue algo lindo en verdad, pues así me decidiste crear, pero comprende que por el momento para nada podría imaginar, cuanto debiste de disfrutar, para ahora sufrir sin parar. Por que en parte es así, ¿verdad? Tan solo te ocasiono mal. Nací sin problemas, con problemas crecí. Tierna infancia, dulce etapa, en la cual tu me amabas, me adorabas. Como una muñequita me tratabas, pero no por la belleza, si no por como me manejabas. Cierto es que aún no tenía capacidad de decisión, que tal vez temía al sol, al crecer y al propio latir de mi corazón. Cierto es que quizá tu lo hacías con amor, y tratabas de llevarme hasta un buen rincón. Pero la infancia pasó, y con esto te traje la desilusión. Bien cuando llega la conciencia, solo existen las ciencias, y la comprensión ante cada situación. Y vaya, tú nunca has cumplido esa labor, expecto la única vez que te hablé de corazón. Debo de confesar que como mí no hay dos, y que eso de llorar entre los brazos de alguien que un día fue como un Don, debe llenarle como a mi bien me llenó. No debe ser fácil comprender que la muerte para mi hubiera sido la mejor solución, pero cierto es que en parte sé que tu me quieres, o al menos eso decía la canción. Ahora voy a serte sincera, necesito un poco de tu amor en mi acera. Y comprender por qué un día destruístes demónios para mi, y ahora me dejas así; llena de miedos y de metas a cumplir, con sueños en un sin fin, sin muchas personas que me quieran aquí. Aún no puedo llegar a entender por qué llego a existir. Supongo que tendré una tarea aquí, para luego morir. Pienso que lo más maravilloso es sentir que algo gracias a ti a tenido fin, o a comenzado, o simplemente sentir que se a empeorado. Aunque en el último caso, más que maravillado te sentirás dañado, pero al menos habrá una marca de ti en ese pasado. No todo lo malo es malo, ni lo bueno es tan bueno como para alcanzar el cielo, eso solo son cuentos de los buenos. No existe la verdad, ni las ganas de fallar, solo la realidad. Mi realidad que no es la tuya, que cambia cuando siento tu mala amargura. Necesito verte feliz, sonreír, y que algún día me explique qué debo hacer aquí. En parte, por ti fue mi existir, ¿por qué no me indicas el que me enseña el sufrir, el qué debo cumplir? ¿Por qué acaso, cuando te necesito, no estás aquí?

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