sábado, 3 de diciembre de 2011

Nadie dijo...

Nadie dijo que fuera a ser facil. Gran verdad, verdadera frialdad. Nadie me dijo jamás que fuera a ser facil olvidarte, pero yo consideré aquel pensamiento como una buena opción, al principio de todo. Nadie jamás me dijo que sería facil caminar, tras mis primeros pasos, ni aprender, hablar, crecer. Nadie dijo que sería facil sonreir, soñar, incluso vivir. Cual preso encerrado sin delito aparente me encuentro. Entre cuatro paredes, estrechas, pequeñas, asfixiantes. Las mismas que quieren dejarme sin vida, sin ti, sin mi. Sé que te dije que ya no volvería a hablar más de ti, y de tu absurda gilipollez. Pero estas lejos, a millones de estrellas, de sueños, de pasos, a centenares de kilómetros. Y este es el único medio a traves del cual puedo referirme a ti. Recordar los momentos vividos, esos en los cuales estabas a mi lado. Nadie dijo que fuera facil nuestro amor, querido. Pero ambos luchamos, como siempre hay que hacer, con fuezas, ganas, ilusión. Falle, fallastes, fallamos. Caimos, tu, yo, conmigo, pero separados. El golpe fue duro, fuerte, seco, sin aviso, incluso sin respuesta. Un adios, un hasta nunca. Cual sueño destruido, esperanza perdida. Vertigo, dolor, aun más grande que la vista hacia abajo cuando te encuentras en un edificio de 200 pisos. Alli, en el cielo, en las estrellas, en nuestro mundo paralelo. Alli, donde antes tan cerca te sentia. Ya no estas, ya no estaras. Mis ilusiones se tiraron, de golpe, a una caida sin paracaidas. Por lo cual, se rompieron, impactaron contra el suelo, se demolieron. Frio, mucho frio. Sin ti, sin mi, sin nada. Nadie dijo que fuera facil levantarse del suelo, pero a pesar de todo lo hize. Recojí los restos de nuestro amor, de las ilusiones, enterré el miedo, el dolor, las lágrimas. Renací, de nuevo. Tenia qur intentarlo, aunque fuera por ultima vez. Por aquel deseo, de hará dos años, que pedí, que roge, que soñe, mientras que lanzaba una moneda a aquel pozo de los deseos, con fuerzas, ilusión, las mismas que pronto se rompieron, desaparecieron. Luche, por ti, por mi, por una segunda vez, por un tal vez. Ilusiones, sonrisas, esperanzas. Cual madre desesperada porque su hijo sobreviva tras un grave adcidente de trafico. El medico, fiel, seguro, le afirma que aquella operación le sacaria de aquel trance, aquel coma, tan duro de asimilar. Ilusion, alegria, fuerzas. Pero no. Jamas, nunca, imposible. No existe la palabra improbable en este cuento de dos. Te fuistes, me fui, el doctor perdio a su paciente. Desangrado, peor de lo que aun estaba, por su culpa. Este culpará a la ciencia, y su madre llorara, lamentandolo, una y otra vez. En ti, en mi, lo mismo pasó, sin duda, sin mas. Falsas esperanzas, lejanas ilusiones. Se rompio, tu amor, ese que se vinculaba conmigo, en mil pedazos. Tu culpastes a la distancia, a aquello que hay entre nosotros, como aquel doctor a la ciencia. No me culpastes a mi, ni a ti, solo a la mala de nuestro cuento de hadas, al destino, a todo lo que este relacionado con ella; kilometros, risas, llantos, engaños. Y yo, cual la madre, perdi las ilusiones, las ganas, las sonrisas. Te habia perdido, para siempre. Yo sin ti, sin mi, como ahora mismo. No puedo parar de llorar, de recordarte. Nadie dijo que a aquella madre le ue facil seguir. Nadie sabe su historia. Unos dicen que al fin, fue feliz. Otros, que se fue, volo, lejos, muy lejos, en dirección a otro nuevo mundo. Algunos incluso dicen que encontro el amor, otro pequeño varon. Escuhé, también, que nunca nada le fue bien. Pero solo son palabras, opiniones, no la gran verdad. Esa misma no se sabe. Nunca se puede saber que te paso, o que me pasó a mi misma, por muy bien que trate de narrartelo. Cual madre, cual sueño, rota, dolorida. Nadie dijo que fuera facil seguir en vida, estar entre la muerte o la imnorancia. Este cuento no tiene fin. Ni para ti, ni para mi. Nadie sabe que pasara. En tu historia, en la mia, unas que ya no van juntas. Dos tomos distintos. No sé si seguire, si sonreire o abandonaré. Tan solo se que nunca te olvidaré.

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