sábado, 17 de diciembre de 2011

En busca de la felicidad.


Felicidad. Una palabra, un sentimiento, un estado, tan placentero, a veces tan sumamente duradero, y otras, tan efímero, tan corto, que apenas se puede saborear con exactitud, saber lo que realmente es esa palabra, su verdadero significado, sin guiarse de lo que dicen los libros, diccionarios, expertos o locos dementes sin sentido, borrachos, o incluso enamorados de este cruel mundo. La felicidad, un sentimiento del cual osan nombrar muchas personas, y pocas de estas realmente lo han sentido verdaderamente. Alegría, ansias, ganas de comerte el mundo entero, a besos, con caricias, de saltar, bailar, cantar, gritar. Sonrisas, más sonrisas, vida, mucha vida. La felicidad, la cual te hace sentir que todo tiene posibles soluciones, que todo va a ir bien, por siempre, para siempre. Puta, absurda, mentirosa. Un estado tan sumamente placentero, que te ayuda a abandonar este mundo durante un tiempo inconcreto, el mismo que esta misma quiera ofrecerte, la cual sin previo aviso se marcha, rápidamente, se esfuma, dejandote caer al suelo, con fuerzas. De rozar las nubes a enterrarte viva, bajo tierra, esa tierra tan fria, tan aspera, tan ausente. Un sentimiento, querido, querido sentimiento que apenas se puede presenciar a veces. Ese al cual se le llama felicidad, correspondido con sonrisas, con ánimos, con vida, con ganas, fuerzas, el cual se borra, rápidamente, de un día para otro, de un segundo, de un minuto, de una vida entera. Adios, hasta nunca, hasta siempre. Ya no volveras a sentir el dulce aroma de las sonrisas, de la vida. Ya no soñarás, ya no amarás, ya apenas viviras, tenlo claro. La felicidad se ha ido, te ha abandonado, a ti, a mi, para siempre, como nuestro siempre. Se a escondido, bajo tierra, quizás bajo el mar, cual la sirenita, la misma que cantaba a todas horas, que se enamoró de un amor medio imposible, y que gracias a la mágia, pudo cumplir todos sus sueños. Mágia, felicidad, bienestar. Retos imposibles, y metas por superar.
Soy persona. Sufro, padezco, pienso, lamento, e incluso sonrio, aunque a veces esto resulte imposible de afrontar, incluso de pensarlo. Sí, sonrio, ampliamente, otras veces menos, con más ganas, con menos, al igual que lloro, mucho, demasiado. Tengo sonrisas verdaderas, muy pocas, pero existen, existen en mi vida, cosa que muchos de vosotros seguro que dudais. No todo es de tono negro, no todo siempre tiene un final. Soy pesimista, masoca y sadomasoquista incluso, pero sé apreciar los momentos buenos, el oxígeno que llega a mis pulmones, la risa, un buen chiste, un abrazo, una caricia. Sé apreciar lo mucho que de vez en cuando, trata de darme esta vida, al igual que lo poco, lo mínimo que me ofrece en otras ocasiones. Admito, admito y nunca negaría que esta vida, tan cruel, tan fría, apenas me ofrece calor, amor, cariño, tan solo ansiedad, disgustos, lágrimas, dolores. Pero he oido, que hay que aprender a sufrir para al fin, ser feliz, y yo, quiero serlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario