sábado, 3 de diciembre de 2011

Querida alma gemela...

Miedo, sueños, ilusiones. Sonrisas, miradas, lágrimas, consuelos. Un abrazo, fuerte, con ganas, con fuerzas, lleno de vida, de amor, de cariño, de unión, de alegria, de sincerdad, de miedos confesados, de lágrimas tras la almohada, de carcajadas, de ilusiones, promesas, único, verdadero. Aquel abrazo, de ayer, de un pasado muy cercano a hoy. Con fuerzas, ganas, como si aquel fuera mi nuevo elexir de la vida. Mis ganas, mi ilusión, y mis ojos llenos de lágrimas. Con ella, conmigo. Aquel momento en el cual la ví salir de su ascendor, el cual conozco mejor que al mio propio. Su sonrisa al verme, su animo, su alegria, su ilusión. Una puerta se abrió, alguien se me abalanzó. Ella, a abrazarme, a mimarme, a gritar, un te quiero, un qué guapa estás, un te echaba de menos. Esa sonrisa, mia, suya, amplia, como nunca. Esas lágrimas que salieron, sin poder evitarlo. Ese siempre, de hará ya más de un año, un siempre, por siempre, para siempre. Todas aquellas promesas, momentos vividos, revividos en un solo abrazo. Esas lágrimas, todos aquellos animos, las preocupaciones, esos qué vas a hacer,esas sonrisas, no finjidas, únicas, esa confianza, esas lágrimas, sinceras, sin miedo, incluso todas aquellas despedidas. Revivir todo lo vivido, con ella, con mi alma gemela, hará ya más de un año. Aquel primer momento en el cual la vi, y lo cerca que la sentí de mi. Esa sonrisa forzada, esa mirada perdida, con miedo, sola, encerrada. Supe que sería para mi, la razón de mi sonrisa, mi querida medicina. Aquel día, antes del recreto, en aquel infierno de instituto a la cual anteriormente iba ella, conmigo. Esa hora de gimnasia, con aquel horrible balón de baloncesto. Ella, a mi lado, yo, con ella. Nuestras primeras palabras. Un hola, un eres algo tímida, un creo que te pareces a mi. En aquel momento, entendí que ella sería fundamental para mi. Cual la pieza de un gran puzle con la cual ambas piezas se juntan. Ella me sonrió, ampliamente, sin miedo, de forma verdadera, sincera, como nunca nadie me había sonreido. Luego, nos unimos, como nunca, para siempre. Todas las combersaciones, sueños, imaginaciones, de un mundo paralelo, juntas, fuera de este mundo en el cual estamos discriminadas, al cual odiamos. Pasamos miles de horas muertas hablando, juntas. En todos los cambios de horas, de clases, a las salidas, en la puerta de mi casa. Nuevos abrazos, recordados, tan profundos, tan grandes. Luego, las veces que salí con ella. Un día, tras haber salido del hospital. Me agarró de la mano, y salimos, ambas, corriendo, a la primera tienda que ambas encontramos. Me habías extrañado, y yo lo tenía claro. Fotos, abrazos, besos, sonrisas. Y mi típica pregunta: ¡¿Qué hora es?!. Luego, también otros momentos, algo más tristes, más duros. Miedo, soledad, lágrimas, sin fin. Sus abrazos, los mios, sus animos, los mios. Risas, gente, oscuridad, dolor, sangre. Impotencia, golpes. Pero ella me levantó, con ganas, con animos, igual que siempre yo hize. Aquel día que fuimos ambas a ver una procesión, en la cual no pudimos reir más. O cuando ella misma fue a verme a mi y la llamé, sin poder evitar reir. Más recuerdos, con ella, conmigo, muchos más, demasiados como para poder contar. Aquella fiesta, en la cual lloré, como nunca, exploté. Antes de nada, ella oprimió mi mano, con fuerzas, firme, y no me soltó, en toda la noche. Me abrazó, como nunca había hecho. Lloré en su hombro, ante los ojos de todos los demás, de aquellas miradas de odio, sin mucho importarme. Y después, nuestra comida, y luego, nuestra despedida. Nunca me gustó decirle adios, por lo cual, prefiero decirle día tras día un hasta luego, un hasta pronto. Ella se fue, de mi instituto, y a pesar de que aún sigue cerca, a tan solo diez minutos de mi casa, ya no forma parte de mi rutina, almenos físicamente, todos los días. Aquella despedida, con aquellas lágrimas, mi cara empapada de pintura, algo corrida, caracterizada por mi nueva etapa de vida. Ese siempre estaremos juntas, ese te echaré de menos. Ella vino a verme, por mi cumpleaños, mi mejor regalo. Fui a buscarla, y nada más verla, no pude evitar correr, extrecharla entre mis brazos. Me sentia, al igual que me siento ahora, con vida nada más estar a su lado, abrazarla. Fue mi mejor regalo de cumpleaños, lo único que me hizo sonreir, ser feliz. Aún conservo aquel peluche con aquellas cartas que ella me dedicó, en mi mesilla, al cual sonrio nada más ver. Siempre, siempre sentía y siento vacio justo cuando se aleja de mi. Cual borracho sin su botella, en falta de esta. Más momentos, demasiado largos, extensos, aquel día que se sentó conmigo en la calle, y ambas no pudimos empedir llorar, esa película en su casa, aquella vez que dejé caer adcidentalmente un millón de patatas al suelo, aquellos obreros, esos besos. Halloween, vestidas de gatitas, algo por lo cual por poco me pegó. Ese policía, aquel candado, la misma llave que siempre llevo conmigo. Ayer, de nuevo, juntas. Tras aquel abrazo, sonrisas, amor, cariño, reflejado en nuestras miradas. Podría tirarme un millón de horas hablando con ella sin apenas darme cuenta. Todas aquellas confesiones que tuvimos, esos me preocupo por ti. Un viaje, ella, yo, juntas, hacia el polo norte, muy lejos de aquí. Un te extrañaba, un siempre estarás allí. Ella, mi alma gemela, mi vida, mi sonrisa. Lo más grande que tengo, lo más cercano que encuentro. Bajo la lluvia, ayer, ella y yo, aquel chico que se nos acercó. "Nosa, nosa, así vo se di mata..", otro abrazo, miedo, desilusión. Porque una de las dos se iba, de nuevo. Vacio, un abrazo más grande, más fuerte. Un te quiero, un cuidate, un todo irá bien. Una promesa, un sé fuerte, un sé que puedes. No se soltó de mi hasta que mi ascensor se cerró, forzandola a irse de allí. Una sonrisa, amplia, muy amplia. Y ahora, me tiene aquí. Escribiendole, como siempre, para siempre, como nuestro siempre. Quiero que me tenga siempre a su lado, que sonrisa, que reviva conmigo todos aquellos momentos. Un para siempre, hasta que el tiempo haya podido con nosotras. Lucharé, por ella, por mi, por aquel futuro, juntas. Pronto, muy pronto, estaré junto a ella, siempre, por siempre. Y mi vida, estará llena de sonrisas, de fuerzas, de animos, de ganas, de ella. Querida alma gemela, sé que estás ahí, leyendo esto. También que tienes miedo, de quedarte sin mi, sola, para siempre. De cualquier estupidez, del tiempo, de la vida, del destino, de mis miedos, de mis preocupaciones, pero olvida, olvidalo todo, todo lo malo, hay que sacarlo de nuestra vida. Centrate en ti, en mi, conmigo, y en el tamaño de nuestras sonrisas. Nada irá mal, demos paso a lo bueno, juntas, a la felicidad. Porque esto, es cosa de dos. De ti, de mi, juntas, conmigo, unidas. Recuerda las promesas, los sueños, los para siempre, los abrazos, los besos, todos aquellos momentos. Pues siempre será siempre, pues por ti vivo, por ti sonrio. Querida alma gemela, espero que me leas, allá donde quiera que estés lucharé contra el viento y la marea, yo sé que es así, espero que me leas, busco mi otra mitad, y no hay duda de que tú lo seas...

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