lunes, 9 de julio de 2012

Cuando animal racional a la selva vuelve.

Ella es fuerte, o al menos en ocasiones trata de serlo, obligándose a sí misma a superar cualquier obstáculo que se le venga encima sin puras explicaciones previas. Ella es dulce, tal y como una niña inocente. Saladas son sus lágrimas, frías y también débiles, son grandes y pequeñas cicatrices, marcadas como tatuajes en su fría piel desnuda, llenas del dolor, del miedo, y puede que también incluso del fracaso. Ella es fuerte..Mejor dicho, a veces trata de serlo. Las heridas marcadas por la fría sangre tratan de atormentarla cada noche, viviendo pues en el propio infierno de su existencia marcada, en el rencor y en el miedo, en todo lugar apartado del suave tacto del don del amor. Ella era soñadora, pero un mal le arrancó los sueños de un lento suspiro, seguido de un gran sollozo, de quizás unos gritos, y también de grandes manchas. Manchas de su vida, en su cama, en el suelo, en su ropa, en busca de una salida. Manchas rojas, manchas grandes y pequeñas, también mal curadas, mal dañadas. Manchas que no son fáciles de quitar, pues ni con lejía de su vida saldrán. Ella es bella, tal como una rosa, pero ahora ha decidido reducirse a un simple y triste girasol, sin luz a su propio alrededor. Cegado por la oscuridad de la noche, contemplando a las dunas del desorden. Ella tiene miedo, a la vida, a vivir la vida. Ya no tiene ilusión, pues le borraron las sonrisas, también las ganas de sentirse viva. De amar, y de ser amada, de soñar, de dejarse influenciar. Ahora solo sigue a las tormentas, navega entre las malas mareas. Vida sin cordura, llena de locuras. Esta la encarcelará, y ya no le será posible ver el final. Ella hora sufre ataques de ansiedad, y comienza a sollozar nada más verle pasar. Malas caricias a la madrugada de aquellos tiempos, las cuales desnudaban su alma. Y lo peor, es que ella sabe que todo no ha acabado allí, pues el fin es lejano, nunca nada llegará a resurgir. Arrancará pues la fiera las hojas sin pensarlo, para darle su gran regalo; un puño bien cerrado, el cual marque que las caricias más tiernas lleguen a ser morados. Ella normalmente se pregunta el por qué vivir así, si acaso la vida siempre acabaría mor marchitar en un sin fin. Presa de una cárcel sin salida, a saber qué le deparará la vida. Presa de sus grandes heridas, del dolor que siente por las aceras. Presa de todos aquellos recuerdos, del frio tormento. Querida, no dejes que se te apodere el miedo. Que como yo encontré el sosiego, ven tú con tus llamas de fuego, que con regaderas contra el dolor lo apagaremos.

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