viernes, 7 de octubre de 2011

Gracias por asumir ese papel, ya no sabíamos que hacer, pero te fuistes justo a tiempo.


Hace ya mucho que no escribo por aquí. No tengo ganas, no tengo ilusión. Tampoco nada bueno que contarte. Estoy aquí, sola, sin ti, sin mi. Mientras que mi corazón grita, llora. Se desangra. Te echa de menos, quiere volver a tu lado. Tú le rechazastes, tú le alejastes de ti. Lo mandastes lejos, para que regresara a mi lado. Lo había echado de menos, mucho. Ya no es tuyo, sino mio. El es quién marca mis latidos. El ritmo de mi vida, su compás. El es quién ha elegido que siga hacia delante. El sigue latiendo; lentamente, con leves pálpitos, con miedo, pero no se rinde. Es fuerte, pero a la vez muy frágil. Está lleno de parches. De pequeños parches, los cuales coloqué con mucho esmero para que dejara de sangrar, para que intentara continuar. Me ha hecho caso. No sé por qué, ni con qué motivo, pero aún sigue. Aún palpita, aún me da fuerzas. Aún lucha, aún insiste. Se ha aconstumbrado a tu ausencia, aunque le ha costado. Se ha aconstumbrado a estar sin ti. A vivir sin tus abrazos, sin tus caricias. Ha intentado no llorar cada noche y ser fuerte, mucho más fuerte de lo que siempre ha sido. A latido, con fuerzas, con furia, siempre que te echaba de menos. Cuando lloraba, sus latidos se han combertido en leves sollozos, al compas de los mios. Cuando me caia, este retumbaba en mi pecho, tratando de salir de el, de huir; tal cual como yo quería en ese momento. Sus latidos han sido casi inexistentes cuando pensaba en ti. A veces, pensaba que se había cansado de latir. Pero no, aún sigo aquí. Escribiendote, recordandote, llorandote, amadote. Es duro, pero es cierto. Para poder vivir un presente, tienes que afrontar el pasado. Yo aún estoy procesandolo. Aún estoy afrontando tu marcha, mi pasado, intentando olvidarte. Pero sé que no lo haré. Jamás puedes olvidar a una persona. Borrarla de tu vida, como si no existiera; es imposible. Tan solo, puedes aprender a vivir sin ella. Sin sus caricias, sin sus besos, sin su ternura. Aconstumbrarte a la soledad, a la amargura, al llanto. Dejarte llevar por el tiempo, por el rechazo, por el dolor. Tengo que aprender a vivir sin ti. Tengo que aprender a ser sin ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario