sábado, 27 de abril de 2013

Cuerpo en el cementerio.

Solía hablar de palabras de amor, ahora la desesperación me espera en cualquier rincón y siento la angustia de tener un monstruo en mi interior. Y dime corazón, como explicarte lo que me cansó; como podrás comprender todo el daño que me causó, mi problemilla mental, mi pequeña enfermedad, eso que no me deja soñar. Eso que no tiene nombre para calificar, cosa que a veces llego a adorar, que aborrezco y oculto a los demás. Eso que me llena de angustia a pesar, que me haga ser la compañera de la muerte y sentirla cerca al respirar. Y cuando llegue el ultimo día, cuando no queden las melodías, ni los días en su compañía, eso, como fiel etapa de mi vida, envolverá mis horas frías para enviarme al lugar donde siempre debería: sepultada entre tierra, enterrada con las malas pasadas, junto a mi mala suerte y con mis cuentas pendientes, todas esas veces que me creí fuerte. Y ya no existirá mi osadía, palabras que diría, nada por lo que reía. Cuando llegue la ultima noche, o el último día, quizás algunos se alegren de que ya no existiría. Pero cuando se calme el viento, y yo ya ni tenga aliento, no temeré al fin del cuento, a las llamas del Infierno. Saludaré a la muerte, que tanto quería verme, y le diré que no pude ser más valiente. El olvido me envolverá, me dará su apoyo, y tú ya ni me recordarás del todo. Llorará durante mil noches la luna, añorarás mis roces; pero pronto Primavera se posará en tu vera, y un nuevo amor vendrá y así no recordarás cuanto era. Y entre los brazos del Diablo, danzaré, tal vez allí esté bien. Con la Soledad de compañía, pensando en que ya ni existirías. Sin saber como sin mi os iría.

Y no enterreis me cuerpo, lanzarme muy lejos. Liberadme, esparcirme, donde ya no podais sentirme. Donde nunca podais ir a verme; donde me encuentre cada vez que sueñes, donde sea libre, como siempre quise.

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