jueves, 7 de julio de 2011

El gran muro.



Hoy me dormí en el lado opuesto de la cama. No sé por qué, pero estaba cansada de seguir la rutina, y las traduciones; de estár lamentandome otro día más por no tenerte entre mis brazos. Por ello, cojí la almohada, la abrazé y me aleje de mi mesilla, de mi movil, de los libros que tengo sobre ella. Y me dirigí hacia mi armario; dentro de el, hay dos fotos tuyas. Quizás por eso esta noche mientras que dormia, me sentí más segura. Hasta que inconscientemente, me giré, calculando mal la distancia que había entonces desde allí hasta mi pared, y mi cara se estampo contra ella. Sentí un fuerte dolor en mis mejillas, y abrí los ojos, algo confundida. En ese momento me dí cuenta de que uno de mis dedos sangraba, ya que la pared había decidido luchar contra el, y como bien lo había demostrado; mi dedo había perdido. Me lo llevé a la boca, aún con el sueño echado encima, y en ese momento, posé mi mano herida sobre el armario. Estabas allí, y yo lo sabía. Pero esta vez, no me habías protegido. Habías dejado que me hiziera daño, y en un momento, mientras que me volvia a dormir de nuevo, me di cuenta de una cosa. Realmente me lo merecía, me merecia todo el dolor.
Inconscientemente, volví a hacer el mismo movimiento. No sé si realmente es que me muevo demasiado en sueños, o es que me movias tú, pero volví a chocarme contra la pared. La lucha que ella quería comenzar hizo que me despertada de nuevo, y la maldiciera. Revolví mi cabello y decidí separarme de la pared; como si ella fuera todos los obstaculos que se nos han puesto delante. Por un momento, la miré. La miré y me eché a llorar. La verdad, era igual a todos los obstaculos que tenemos ante nosotros. Un gran muro que nos separa, mucho más fuerte que mi pared, dedicado a herirnos. Supe entonces que eso trataba de decirme algo, pero antes de darme cuenta de qué, el sueño me vencio. Llevaba un día entero sin dormir, intentando comprender el motivo por el cual cada vez todo se hacía más dificil, y lo encontré: "Soy yo, siempre lo cago todo". Y también entendí que era por miedo. Miedo a los obstaculos, a que sé que nunca te volveré a tener. ¿Acaso debería de rendirme? Es posible. Siempre te puedes retirar de la partida, y afrontar tu derrota, pero no es lo que espero de mi. Tampoco creo que es lo que tú esperas de mi. Pero ya llevo demasiado tiempo en la misma partida, y se me están acabando las fichas con las cuales jugar. Y siento miedo, realmente miedo; por no volverte a ver sonreir de nuevo.
Supongo que aquello de que a la tercera, va la vencida, tiene un poco de razón. De nuevo decidistes que me chocara contra la pared. Abrí mis ojos, algo cansada de aquella situación y dejé escapar algunas lágrimas. Por un momento sentí que tu estuvieras detrás de ella, y que no tenía nada para destruirla. Era la verdad. Tú estabas tras una gruesa pared, que nada era capaz de romper, y yo, al otro lado. La golpeé, dandole un suave puñetazo, ya que a aquellas horas de la mañana, no me encontraba con demasiadas fuerzas, pero ese suave puñetazo, me parecio suficiente. Quería que se rindiera, que me mostrara el camino hacia ti. Pero nada fue como yo esperaba, la pared se rio, burlandose de mi. En realidad, no lo hizo, ya que aquello es imposible, pero yo lo sentí. Sentí como se reia de mis leves esfuerzos, de ver lo asustaba que estaba. Y la pataleé, llené de patadas aquella maldita pared, dejando escapar varias lagrimas por mi rostro, dejando que viajen por el. Pero a pesar de mis patadas, los obstaculos no se iban. Sentí como si me encarcelaran, como si todos me rodearan, como si 4 estrechas pareces me quitaran todo el aire que había en mi habitación. Aluciné, sintiendo como las paredes de mi cuarto se encojian, hasta dejarme en un espacio muy reducido, posada sobre mi cama. Sabía que todo aquello no era cierto, que se debía al pánico, pero por un momento, me sentí prisionera de la vida. Prisionera de estar en ella sin poder vivirla. Todo estaba oscuro, no había ni una simple ventana abierta para disfutar viendo almenos como los demás eran felices. Cerré mis ojos en ese momento, queriendo desaparecer, y luego volví a abrirlos. Todo seguia igual, estaba encerrada entre cuatro pequeños muros, entre todo lo que nos distancia, entre el tiempo, la distacia, el miedo, los celos, los engaños, las mentiras; entre un muro demasiado grande como para ser demolido. Intenté buscar una salida, pero era imposible. Entonces me dí cuenta de que ya era demasiado tarde; te había perdido. Aquello era una señal, y al tratar de entenderlo, sollozé. Lloré, dejando salir de mi todo el miedo, toda el ansia, toda la rabia hacia mi misma. Y entre lágrima y lágrima, las paredes volvieron a su sitio. No lo vi, ya que mis ojos estaban cerrados, pero sentí en ese momento que un peso se me quitaba de encima. Cuando abrí los ojos, todo volvia a ser como antes. Mi habitación era la misma, ancha. Todo seguia en su mismo sitio, y mi cara estaba algo alejada de la pared.

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