sábado, 22 de junio de 2013

Ya no existe mi partida.

No hay salida, ni siquiera entiendo el por qué estoy viva, cuando recuerdo todo lo que repetías, los gritos que sentías. Estoy presa en un lugar sin melodías, donde las lágrimas adoran mis horas frías. Y siento miedo, al verte, reviento, vaya descontento. Y me muero en el infierno, el cielo es para los que están cuerdos. Y tan solo me siento huyendo, abandonando todo cuanto tengo, adentrándome donde solo existen los muertos. Enredada en un mal cuento, la sangre cayendo, el fin de la novela está viniendo. Y aunque no lo quieras, es cierto, la sentencia de esta esencia esta dispuesta, las poesías sedientas, arrancan de arterias almas muertas.

Arrastras como cargas, esa risa que ya no salga, esa sonrisa desesperada, lágrimas dibujadas; y rasguños profundos,  malos días diurnos,  pesadillas con fronteras, ganas de cortarse las venas.
El viento corre sin esperas, la vida te aturde de veras, la muerte te espera. Y con la palabra venganza, tratas de romper todo lo que se atraganta, y con la palabra venganza, silencias todo cuando baila. Y te quedas ahí, sin ti, sin mi, sin vida por vivir. Y te quedas ahí, donde ya la partida no podrá resurgir.

Pecado a ti anclado, ahora demonio te has transformado; has mostrado tus cicatrices, horas tristes, y en cambio nada te recibes. Has gritado, llorado, lamentado, pero los ángeles por mucho que te quieran te dejaron en pasado; mejor dicho, tu los dejaste de lado. Y todo es tu culpa, repito, insisto, aunque luego yo misma diga que solo es un mito: tu misma has acabado envuelta en este rito. Rito sin salidas, que giras y no respiras. Rito donde el dolor es tu compañía, amante, en esta vida danzante. Rito donde ya todo es constante; donde la oscuridad siempre estará a mi alcance, donde jamás volverás a tener el calme.

Y nadaras eternamente en la muerte, entre todas aquellas lágrimas que vierte, entre la sangre que despierte. Y te hundirás por tu suerte, mala gente, y acabarás por perderte, por ni siquiera perdurar en la mente.



Y tu que te creías tan fuerte...

No hay comentarios:

Publicar un comentario