viernes, 28 de junio de 2013

La cuenta atrás se ha parado.

Siempre he querido crecer, pero ahora que lo he conseguido, no hago más que retroceder. Que venga la infancia, quiero la revancha. Que venga la inocencia, odio vivir en la transparencia. Que se aleje la realidad, quiero mi mundo de idealidad, de fantasías y de demás. Que se aleje mi nueva forma de pensar; olvidar el prosperar, solo pensar en jugar, en ganas de más. 
Por mucho que crezca, sabrás, que siempre Peter Pan me vendrá a buscar, y alguna que otra locura me delatará, pero temo que ya no me quede tiempo ni para llorar.
Llorar de por vida en mis muertes repentinas que siempre me quito la vida. Llorar de por vida, por no tener compañía; ya no tengo tiempo para pensar en que me dirías.

Y quizás es lógico, el tiempo pasa, avanza y yo descalza. Y yo esperando, estando en ese momento tanto amado, ahora poco deseado. 
Los años traen daños, y yo aquí aguantando, con todos esos besos que darnos. El tiempo trae engaños, y nosotros aquí con tanto que contarnos.

El pasado me hace daño, pues rechazado ha sido y se ha quedado, el presente es poco deseado, y vaya futuro, temido, escondido, no aguantado. No aguanto el olvidar ese lado; el lado tierno de la vida, donde no hay astillas, y siempre sonrías. El lado tierno del destino, donde todo vino, y tu eras el capitán del castillo; donde las princesas encantadas cantaban, y los sueños se acumulaban. Donde pensabas: ¡siendo mayor tendré todo cuanto esperaba! Y ahora te das cuenta que a la mínima nada monada.
A la mínima se acaba tu cuartada.

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