miércoles, 8 de mayo de 2013

Una noche son veinte, doscientas ciertamente.

Sobre una noche estrellada, te dibujo en mi mirada. Con sonrisas, las veladas pasadas pintamos, adornamos, recordamos.
 Sobre esta noche, donde sé que ya no te podré tener a mi lado, el cielo me muestra la ausencia de un amor cercano, con los astros que dejamos por descubrir, como cuanto nos amamos. 
Sobre esta noche, donde la soledad a mi anclada; el viento sopla, revolviendo mi cabello y todos los besos que te debo, trasnochando quisiera sentir el desenfreno cuando tu cuerpo era mi mejor consuelo. Y dime Luna, que estás aquí desnuda, que podría servirme de ayuda, cuando sé que la más profunda oscuridad no tiene cura, que era su sonrisa la que me quitaba las amarguras. 
Estrellas relucientes, cuantas historias pendientes, cómo nos mirabais cuando el amor afloraba nuestra mente. Cuando aquí, allí, su cuerpo sentí, y un terremoto dentro de mi hizo que el Sol se negara en salir. Cuando aquí, allí su risa, menuda forma de acariciarme sin prisas, de componer deprisa. Ahora, las cenizas se han apagado; la última calada de aquel cigarro di a tu lado y consumido se ha quedado, muerto, pudiera ser que enterrado consumido en mis labios tras vivir el pecado. Y solo quisiera volver a fumar; dame de esa droga que tu me sabías dar, caladas de tu dulce paladar quiero gozar. Pero sobre esta noche fría donde todo me dice que ya ni existías, quisiera decirle al sino que volverías si no hubiera consumido todo cuanto querías. 

Y es por mi, pecado; por mi todo se ha quedado a un lado, aunque a mi lado anclado. Y es por mi, confieso; quiero de los besos de esos, pero también quedarme en lo cuerdo. Y es por mi, es cierto; por las noches te sueño, y reviento. Reviento de angustia en este agua mustia, la marea de mis venas, vaya oleaje que me deja goteras; cuando sale de mi, revienta, hacia un fin. Cuando una noche como esta yo te conocí, cuando una noche como aquella te hice de mi, cuando una noche como esta expulso todo mi amor por ti. Anestesiando a mi corazón, morfina por el mal amor, algo de medicina, mi inspiración. Y decían que las alergias no eran un Don, más ahora me están ayudando a deshacerme de tu amor. La marea cesada, el agua rojiza derramada, aunque aquí posada, sobre una noche estrellada donde ya no queda ni tu mirada.
 La verdad, ya han sido mil noches pasadas, y yo aquí sentada, recordando cuanto te adoraba. Ahora, las venas me fallan, la sangre como arcadas, desplazada. Ahora cuando justo me olvidaba de que te amaba. 
Y no es así, yo me conozco; siempre hubieras estado dentro de mi, por ello mejor marcarse el fin. Por ello rendirse, por el sufrir de vivir, una vida en la que ya no estés por aquí. Y mi sangre a un lado, las ilusiones y momentos destrozados, mi corazón dañado que ni con cola hubieran reparado, se han cansado. Y a darme la buena vida, las estrellas me señalan una luz que me guía. Pero no es el cielo, yo lo desconozco; hace tiempo que perdí la fe de un ronco, es más la eternidad de tu discontinuidad, lo que me hacía soñar.
Y con la noche permanente, en la oscuridad de mi mente, me gritas que debería de haber sido más fuerte; pero ya he perdido a la suerte, y el dolor me llevó a la muerte. Ya solo quedará mi recuerdo en tu mente, hasta que otra me remplace, tan pronto como el mes pase. Tan pronto como te venga el desfase de no tenerme en tu fase.

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