sábado, 4 de mayo de 2013

Mi dominio ya ni es independiente.

Primero vino la alegría, esa que me acechaba con todo aquello que me diría. Luego se hizo el amor, dale medicina a mi enfermo corazón. Pronto llegó la ida de la estación: adiós a la primavera, el otoño en las suelas, el invierno con secuelas. Y luego, como no, oí su adiós; ese al que respondí con un por favor. Con un no me dejes, necesito tu calor; pues le verano se acerca, y tu Sol, has huido, sin aprecio de dos. Te has escondido, y aunque es cierto que ya ni me alumbraban tus rayos de amor, necesitaba de tu compasión, de tu presencia, de lo que llamaba adoración. Que haré ahora, con el invierno inyectado en las venas, presentes mis penas, tabaco para sellar las goteras. Que haré ahora que sé que el Sol ya ni me espera; justo cuando llegaba nuestra canción, tiempo de los dos, cuando la armonía del destino iba a hacer su función, tu variable a escogido a más de dos, y se ha cargado nuestra ecuación.

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