viernes, 31 de mayo de 2013

Quizás es hora de decir adiós...

Estoy presa sin cadenas, y a pesar de todo estas me cortan las venas.
 Estoy en una condena, donde no caben las horas buenas.
Estoy en un sin vivir: dime como sabes sonreír, si el Sol no se posa por aquí.

 Dime como se reproducen las risas, esas ganas de bailar sin prisas; la belleza que me eriza. Dime donde conociste esa forma de andar sin prisa, justo cuando el mundo se nos detiene, nos abundan las paredes, incluso nos golpean las sienes. Donde no hay sitio para placeres: pues es así, yo lo sé y también hablo por ti, piedras existen en nuestro porvenir, que acechan y aproximan el fin. Pero aún con venda por bandera, con toda la ceguera, alzas orgulloso eso que esperas; algo llamado esperanza, o algo así soñé que dijeras. Algo que nos parece posible, imposible deberas, probable es poco de lo que nos espera. Y quizás es que mi destino exija partir: quizás es que esté cansado de estar por aquí, pero algo dentro de mi me dice que haría mal al huir.
 Pero sin libertad posible, sueños indescriptibles, cada día te vuelves más imposible. Eres la imposibilidad, mi forma de fallar, y no encuentro una solución final: eres algo que supongo que nunca podré alcanzar.

 Y me dicen, mientras las melancolías me dan de esa alegría, que Prosperidad será mi amiga. Me mienten con que todo se arreglaría; pero es que es así no hay nada por que acabe con el morir, pues igual, no hay nada que cure la enfermedad que me aleja de ti. Pues no hay medicinas, solo pruebas que no alcanzamos aunque quisieras. Pues no hay maneras, de sanar mi corazón, devolver mi inspiración, ser capaz de hacer canción, dejar el dolor fuera de mi habitación.

 Y estoy genial, por supuesto, solo tenéis que verme suspirar, reír, llorar, dame una sonrisa más. Que por oír tu risa, cuanto daría: incluso me sacaría todas estas astillas, el recordar el tiempo en el que era mía. El tiempo en el cual me pertenecía, yo poseía, que feliz me sentía, mi musa, mi maravilla. Que ganas de sentirme viva.
Pero en esta oscuridad, la sala reducida de mi mal estar, no puedo oírla más, pues como en sordera vivo con mi mala pena. Vivo sin vivir si quiera, vivo en algo que espera; con el tick tack sonando, mi corazón resonando, mis esperanzas no avanzando. Con un no por delante, sonrisas al traste, fuerzas de desarme.
 Me rindo, pues nunca te tendré delante: me rindo, pues no estás a mi alcance, y con miedo, alzo la voz pues aunque no lo parezca mi poca fuerza a veces me lo permitió, y ruego por favor. Por favor, dadme del amor, del cariño, comprensión, aunque parezca que solo quiera estar encerrada en mi interior. Dadme fuerzas para que salga el sol, dadme algo, o todo se romperá en dos.

 Aunque quizás ya es tarde para encontrar una solución, para no perder del todo a esta poeta que un día nació. Quizás, el tiempo no quede en el reloj, leyenda mis palabras, secuelas de las malas. Y libre entonces seré, cosa que ni me podré creer. Sin reglas, sin daños, adiós al antaño. Adiós a las penas, las veces en las que se me abrían las venas, esas ganas de ser verdadera: adiós a todo cuanto me espera.
 Se lucha mientras hay algo que merezca la pena: pero ya no hay nada que me llene de veras. Por eso, dejo mis armas, que las coja el siguiente que caiga. Por eso, dejo mis recuerdos, me han dejado poco cuerdo. Por eso, abierta estoy, haced cuanto queráis, abridme en canal, destrozarme, aunque poco podréis más al haber perdido una guerra contra mi voluntad, al haber perdido la vida en esta locura al final.
Al ya no saber continuar.

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