martes, 23 de octubre de 2012

La belleza en tu rostro está, no quieras ocultarla más.

Una vez que hallas aprendido a bailar junto a la muerte serás mucho más fuerte. Una vez que comprendas que nada será como lo pretendas quizás lograrás aparentar cuanto quisiste alcanzar. Y mira hacia la mar, aunque sientas que no tienes nada que contar. Aprende y rectifica ya, encuéntrate un final. Que sabes que para lo bueno ya no queda ya, ni espacio ni más lugar, que ya no sabes lo que es el prosperar. Por danzar y esperar, a la muerte en tu portal, por jugar y amenazar, tu salud y tu belleza eliminar. Por querer ser como las demás. Por todo esto, te has sentenciado un duro final. Princesa de mi estar, dime de donde sacaste tanto mal estar. Si a tu lado a veces todo parecía leal, si la belleza está entre tu cuerpo, en la más pura divinidad. Dime como tú en algún momento pudiste negarte a la fama alcanzar. Como las risas sin piedad acabaron en tu boca al final, como tu misma no te permitiste prosperar. Y dime querida, ¿cómo tu misma te permites no avanzar más? A la muerte te has vendido, a la inseguridad. Sé que danzas sin más, que caminas pendiente de lo que otros dirán, con el miedo de contemplar que nada bueno habrá, que en parte tu mente transtornada no es que quiera depararte mal, si no que te indica la verdad. Llora y sentirás, como te odias de verdad. Acaba con tu maldita amargura ya, con esa sensación que te mata en tu estar. Ante tus ojos nada bueno podrás encontrar, pero mírate en el espejo, por dios; hay mucho que apreciar. Pero pase lo que pase, siempre contemplarás el mal, tus ojos se han acostumbrado a la falta de amor en tu estar. Fíjate en tu rostro, en cuantas veces lo habías mostrado con asombro, y en como ya no encuentras nada por mucho que busques en lo hondo. Fíjate en tu cuerpo, en las curvas que antes no dejaban cuerdo, y en las sombras que perduran como recuerdo. Fíjate en tu esencia, aquella que ya no queda en la palabra presencia. Y recuerda que bien lucías, aunque para tu mente tan solo aburrías. Apréciate de una vez, para renacer y crecer, en vez de estancarse en un ayer, en un algo que no podría suceder. Obsérvate otra vez, odiate, y hazme ver todo cuanto no quieres tener. Y ahora sal de tu cuerpo, como si acaso pudieras elegir la belleza de los no cuerdos. Abandónate por un momento, métete en mi cuerpo. Contemplate desde mi persona, comprende que eres bella por ti sola. Mira como te da la luz del sol; pareces una diosa, o una constelación. Y luego mírame a mi sin temor, y fíjate en que en el lugar donde una vez apreciaste el amor, la hermosura o algo parecido a alguno de estos Don, ahora solo se encuentra un, vaya por Dios. En otro cuerpo estas, pero para nada bella te sentirás. Así pues, indícame a tu pesar, ¿es que acaso mi mala belleza no te hace prosperar, o es que seas como seas nunca te vas a querer más? Yo creo que por mucho que lograras cambiar, el miedo siempre seguirá. Esto es una enfermedad, aunque es algo leal. Todo el mundo sufre tan solo por respirar, con lo bella y hermosa que es la vida, que es el prosperar; que es el saber que te quieren de verdad. Así que princesa no temas más, abre los ojos, abandona mi estar. Deja a un lado mi cuerpo, que se que para nada atrae a los cuerdos, y vuelve al tuyo, y deja los lamentos. Que tienes que sonreír, que no hay nada malo aquí; que estás preciosa así. ¿Y qué influye un kilo más, si lo importante es como los luces al final? Como tu, princesa, sabes traicionar a lo que es "real" para convertirlo en tu realidad, y hacer que la perfección se pueda perfeccionar.




No tengas miedo ni llegues a pensar que eres una más, y que la belleza jamás se posará en tu estar, no te escondas, pues eres alguien capaz, de apreciar que la verdadera verdad es que existes y ya está, que tu cuerpo es perfecto a pesar, de que te lo nieguen o te jodan una vez más; que tu rostro no debes de ocultar, pues con sonrisas debes a la población sanar. Quiérete de verdad para poder apreciar lo bello que es el disfrutar.

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