martes, 20 de marzo de 2012

Como no salgas del agujero, pronto encontrarás el final.

Lágrimas de fuego se deslizan por tus ojos. Lágrimas ardientes, furiosas, lágrimas secretas y escondidas. Lágrimas llenas de la ira, del odio hacia su propia compañia. Lágrimas de rencor, lágrimas ariscas, lágrimas sin corazón. Descenderán por tus ojos sin prisa, quemándo tu piel a su paso, dejándo un triste y amargo paso marcado; cual pirata conquistando. Se harán las dueñas de tu vida, y entonces, ya no habrá un final. Llenarán toda tu vida, tus folios, tus páginas, tus palabras. Te perseguirán incluso en sueños, y en la soledad. Irán a buscarte sin ninguna piedad. Y entonces, algo increible ocurrirá; algún día, ya no aguantarás más. Será demasiada presión, para tan poca tempestad. El mundo se te echará encima, como un frágil cristal; y allí comenzará el final. En tu rostro ya no estara más, la sonrisa que perdistes entre tu mar, estará presente el tono rojizo, oscuro, frio sin más. La sangre te inundará, y con prisas, buscarás el final. Huirás tu sola, tu misma de este vida, que no consigue saciar tu bienestar. Y actuarás; con lágrimas de fuego, te quemarás. Te matarás a ti misma, para así todo el dolor cesar. Será un pecado, entre el infierno ahora descansarás; pues no lugarte todo lo que debías aguantar.
Tu cuerpo yaciente, sobre el suelo quedará, y ningún alma en pena lo irá a buscar. La tierra se hundirá en el, hasta encontrarle su hogar; hundido entre la fria y clara soledad. Tu piel fria, sucia y manchada, que ya nunca sanará. Las heridas no se irán, y el cariño ya no tiene lugar. Tu desde el cielo, pequeño angel caido de esta sociedad, observarás todo desde abajo, como si aquel no fuera tu lugar. Perderás la gloria, y la fama ansiada para mostrar; te quedarás en la nada, entre las llamas de tu malestar. No tendrás a nadie, y nadie te poseerá, tu cuerpo se quedará yaciente, como tu eterno recuerdo en mi memoria personal.

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