domingo, 1 de enero de 2012

Lucha, gana, pierde, hasta que al final encuentres la verdadera salida.


Ha empezado un nuevo año. Otro, otro nuevo año, sin ti, sin mi, sin nosotros. Vengo, vengo aquí para contarte, para narrarte tanto lo bueno, como lo malo que puede depararnos este nuevo año; frio, ausente, vacío. Es un nuevo libro, un nuevo diario, el cual debo rellenar, poco a poco, con o sin tu ayuda. Un nuevo, nuevo año, muy distinto al resto. Lleno de errores, de fallos, de recuerdos, de miedos, de lamentos, de llantos, o incluso de alegrias, de vidas, de amores, de perdidas, de melancolia. Un año, en el cual no se ausenta el miedo, el añoro, el amor, el odio. Tengo, tengo realmente miedo y muchas ilusiones sobre este nuevo año. Miedo, miedo a fallar, a caer, a volver. A todas aquellas promesas, a aquellas dudas renacidas, a aquellos sueños, deseos, a aquel avismo, al puro dolor, a las lágrimas, la sangre, las heridas, a las desilusiones. Y ilusiones, grandes, puras, sinceras, verdaderas, por algo bueno, una gran sonrisa en mi rostro, una nueva vida, sin ti, conmigo, sin nadie más, algo seguro, fijo, único en la cual lo más importante sea el bienestar, la felicidad; poder conocer su verdadero significado, en muestra de mis miedos, esfumados por el tiempo, por las sonrisas, grandes, únicas, tan excasas en mi, por las buenas hazañas, por los buenos recuerdos, por todo aquello que provoca una extraña y reconfortaria sensación, la alegría. Siendote sincera, tenía y en parte, tengo grandes ilusiones y propositos por este nuevo año; tan vacio, tan frio, tan extraño, lleno de prediciones, unas buenas; otras peores. Tengo promesas, sueños, deseos, los cuales he gritado con fuerzas mil y un veces perdidas sin cuenta, para que al fin, se cumplieran. El año pasado se ha ido, se ha borrado, se ha esfumado. Todo aquel dolor, las cicatrices, el daño, los malos actos; ya estan lejos, muy lejos, aunque realmente cerca, muy cerca en mi, en mi vida, en mis recuerdos, tales que proceden del mismisimo y justo ayer. Siendote sincera, a ti, a aquel que tanto ame, que aún algo amo, ayer, justo cuando nuestro año finalizaba, nuestro peor año, en el cual, nos separamos, nos alejamos, de forma fria, sin despedida; dejandote y dejandome sola, para luego buscarte, reencontrarte, llorarte, sufrirte, amarte; en sueños, en fantasias, sin encontrar nada cierto en ellas. Un año doloroso, vacio, aunque realmente lleno. Lleno de tu ausencia, de mis fantasias, de mis caidas, del daño, de la asxifia, de todos los motivos por los cuales comenzé estas pequeñas y grandes confesiones del alma. Nuestro año, el año del fin, de un fin para siempre, como nuestro siempre. Un siempre, tan sincero, tan puro, tan horrible, tan despreciable, cosa por la que ya no acepto esta misma palabra. Tan bonito, único, tan jodidamente perfecto, que al final acabó por no ser más que un puro vicio, un vicio, ligado a las mentiras, a la pasión, al amor; al loco amor, un amor sin límites, sin fronteras, sin la existencia de la mala de nuestra película, la distancia. Ha sido malo, absurdo, lamentable. He aprendido a llorar, pero no a reir. A soñar, pero no a vivir. A morir, pero no a nacer de nuevo. Aprendí a hundirme, a rendirme. Aprendí a vivir sin ti, sin mi, sin nadie; a ser fria, distinta, desconfiada, borde; tal cual como ahora soy. Con el paso de los meses, los días, aprendí a vivir tu ausencia; a ser sin ti. Soy sin ti, soy sin mi. No te necesito, no me necesito. Camino, camino, sin caerme, una y otra vez, sin ninguna malo a la cual agarrarme, y es duro, triste y amargo, demasiado amargo para afrontarlo, para poder ser cierto, para poder apreciarlo desde mi mismo prisma. Un año, de disgustos, de miedos, de pánico, de lágrimas, de grandes cambios, imborrables, de peleas, de busquedad, de añoranza, de ti, de mi, nuestro año, más que el anterior; el cual confirmo, afirmo, rectificó toda nuestra historia.
Ahora, comenzó un nuevo año, desde hoy, para siempre, como nuestro siempre, para unos trescientos sesenta y cinco años que nos esperan, uno más o uno menos. Lasgos, duros, quizás difíciles, pero en busca de algo, puro, sincero; de un mi sin un ti, de un ti, sin un mi. De un hola, de un adios, puro, sincero, como tanto necesito escuchar. Del cariño, del amor, puro, con leves hormigueos, pero no producidos por ti, por otra persona; por otro pasajero, por otro luchados de mis sueños; centenares de ellos. Un año lleno de vida, de sonrisas, de felicidad, por muy bien que suene, y por muy mal que vaya a ser. Soy realista, sincera, y sé que nada de esto podrá lelgar a ser cierto. No voy a ser feliz, a pesar de que tu si que lo seas; pero al menos, voy a intentarlo. Intentaré sonreir, vivir, luchar, para al fin, morir. Ser derrotada, sería algo precioso; pero siempre que mis fuerzas se den por vencidas, sin rendirme, luchando hasta el fin de los fines, para poder decir, que vivir, ha sido una gran experiencia. La vida en si, llena de cosas malas, pero incluso de pequeños detalles buenos. Poder hablar de la vida, desde el cielo, no, no desde el cielo, desde un lugar intermedio; entre el cielo y la Tierra, donde todas las almas se reunen en busca de la paz, de la libertad. Poder contarte, contarme, lo bonitos que eran anteriormente los días, lo frios que se hizieron, y como poco a poco, renacieron. Que todo no esta perdido, que algún día, todo acabará vencido. Tengo, debo, luchar, para así poder vencer, ganar o bien ser perfectamente derrotada, por el miedo, el pánico, la ansiedad, y contar mi historia, que quede gravada, perfectamente tallada.

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